LA RUTA DEL MERCADO NEGRO DE LOS EXPLOSIVOS MINEROS EN PERU
Una red de tráfico de explosivos entre Perú y Bolivia abastece a la minería ilegal y alimenta la violencia en regiones clave. Mientras el control estatal es mínimo, toneladas de dinamita circulan sin regulación, potenciando un negocio multimillonario que crece en las sombras.
Por Elmer Mamani

El pueblo de Cerro Lunar de Oro está ubicado debajo de La Rinconada. Sus tiendas también comercializan dinamita y accesorios a bajo precio. Foto: Elmer Mamani
En las alturas de los Andes, entre caminos polvorientos y pasos fronterizos poco vigilados, se teje una trama tan explosiva como lucrativa. Toneladas de dinamita y otros insumos detonantes salen legalmente desde Perú rumbo a Bolivia, pero una parte significativa regresa por rutas clandestinas para abastecer a la minería ilegal e informal en regiones como Puno y La Libertad.
Ninguna chispa de sol asoma en la frontera entre Perú y Bolivia, pero decenas de camiones se estacionan a ambos flancos del río Suches, que separa a los dos países a 4.364 metros sobre el nivel del mar. Por el lado peruano está el distrito de Cojata; por el boliviano, la localidad de Pelechuco. Los comerciantes, a oscuras y con el frío de la madrugada, desembalan y descienden sus mercancías para levantar sus tiendas sobre la tierra. Como todos los viernes, va armándose “Las Perlas”, una tradicional feria contrabandista.
Camiones con diferentes mercancías llegan todos los viernes a la frontera para levantar la feria contrabandista «Las Perlas», donde el tráfico ilegal de explosivos es moneda corriente. Foto: Elmer Mamani
Un descuido volaría por los aires todo este lugar. Entre las zapatillas, juguetes, ropa, balones de gas doméstico, dispositivos para celulares, carne y conservas se mezclan algunos cartuchos de dinamita. Son parte de las toneladas de explosivos que retornan de Bolivia a Perú por este punto y zonas aledañas.
Esta realidad, documentada en una reciente investigación de Connectas, a la ACERO Y ROCA a tenido acceso, pone en evidencia un sistema que opera a plena vista, pero al margen de la ley.
Las Perlas: el epicentro del contrabando
Son tres los accesorios más utilizados para voladura en la minería ilegal e informal de socavón. A este conjunto se le denomina «armada» y a su ensamblado para voladura, se le llama «cebo» o «prima» y puede ser encontrado en la feria de Las Perlas.
Uno de los principales focos de esta actividad ilícita es la feria binacional conocida como Las Perlas, ubicada entre Cojata (Perú) y Pelechuco (Bolivia). En esta zona, explosivos como cartuchos de dinamita se venden sin mayor discreción, junto a otros productos de consumo cotidiano.
Estos materiales, sumamente peligrosos, son primordiales en la cadena de producción del oro ilegal e informal, que genera más dinero que el narcotráfico. Fueron unos 4 mil millones de dólares durante el 2022, según la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE). Sin explosivos, la explotación por socavón sería imposible. Sin explosivos, no se podrían fracturar las rocas para sacar el mineral.
A pesar del evidente peligro que implica el comercio informal de estos materiales, las autoridades han hecho poco para frenar el tráfico que ocurre semana tras semana.
Minería informal, un cliente constante
El tráfico ilegal de explosivos abastece a la mayoría de mineros de Secocha (Arequipa). Sólo un 10% en proceso de formalización presentaron un trámite legal en 2023. Foto: Elmer Mamani
El destino final de estos explosivos son, en gran medida, los campamentos mineros ilegales que operan sin permisos ni control en zonas como La Rinconada (Puno), considerada una de las ciudades más altas y caóticas del mundo. Allí, los comerciantes locales los ofrecen casi a la vista de todos, muchas veces camuflados en tiendas de abarrotes.
Las 2.423 cooperativas mineras responsables del 99% de la producción aurífera de Bolivia son los clientes habituales de este negocio ilegal. Éstas cooperativas cuentan con “cupos”, autorizaciones para comprar una determinada cantidad de explosivos a las comercializadoras. Cada tres meses deben presentar informes para que se les permita volver a adquirir. Sin embargo, parte del material se desvía y termina en el mercado negro.
En estos entornos donde la ley apenas alcanza, la dinamita se ha convertido en una herramienta común tanto para la extracción como para la intimidación.
Una cadena sin control
Desde 2019, la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (SUNAT) solo ha realizado dos incautaciones significativas de explosivos en esta frontera, lo que refleja la escasa supervisión en el tránsito de estos productos.
La minería ilegal necesita de explosivos que se pueden encontrar en la Feria 16 de Julio en la ciudad de El Alto (La Paz), según cuenta Juan Carlos Manuel, secretario de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB).
Mientras tanto, empresas mineras formales han reportado ataques con explosivos, como en el caso de la Compañía Minera Poderosa, víctima de atentados atribuidos a grupos vinculados con la minería ilegal en la región de Pataz, La Libertad.
Un problema que exige acción regional
Una tienda de la zona minera La Rinconada de Perú, puede esconder hasta una tonelada de explosivos para comercializar clandestina e ilegalmente. Como ocurrió en el 2023, en que la Policía incautó el arsenal a una licorería. Fotos: Difusión
Este comercio ilícito no sólo genera pérdidas económicas y fomenta la minería ilegal, sino que también desencadena una ola de violencia, corrupción y degradación ambiental en las regiones mineras del sur peruano.
La falta de coordinación entre Perú y Bolivia para controlar sus fronteras ha facilitado que el contrabando de explosivos se consolide como una industria paralela que opera sin mayores consecuencias.
La minería ilegal recibe explosivos del contrabando y de quienes adquieren en mayores cantidades de las que necesitan. Luego los desvían y venden de manera ilegal a terceros”, confirma el alto comisionado para el combate de la minería ilegal de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), Rodolfo García Esquerre.
El desafío pendiente
El caso expuesto por Connectas pone sobre la mesa la urgencia de una política de seguridad fronteriza más robusta y la necesidad de fiscalizar la cadena completa de suministro de explosivos en ambos países.
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En el Perú existe un catálogo de 1.088 explosivos y elementos relacionados aprobados por la Sucamec. Los más utilizados por los mineros ilegales e informales del país son el cartucho de dinamita, el detonante y el cordón de mecha. El detonante contiene un explosivo primario sensible a la chispa de la mecha, que activa finalmente el cartucho para su estallido. A la unión de estos tres elementos se le conoce como “cebo” o “prima”.
Sin una respuesta integral, el tráfico seguirá alimentando la minería ilegal y socavando los esfuerzos por formalizar una de las actividades económicas más relevantes, y conflictivas, de la región andina.
El tiempo corre, y mientras las autoridades titubean, los explosivos siguen cruzando la frontera.
Investigación y textos
Elmer Mamani
Reporte en Bolivia
Luis Fernando Cantoral
Agradecimiento a Connectas por la labor realizada.