RUTA 40: EL TALÓN DE AQUILES DEL AUGE MINERO QUE PODRÍA PONER EN PELIGRO LA LICENCIA SOCIAL
En la edición del jueves, ACERO Y ROCA abordó el tema más polémico de la infraestructura argentina: el estado de la Ruta 40, y los graves problemas y riesgos que implican para los camioneros.
Mientras la minería sanjuanina se proyecta hacia uno de sus ciclos más prometedores, las condiciones de su principal corredor logístico revelan un contraste alarmante. Fernando Godoy, presidente de CAPRIMSA, es quien, en esta oportunidad advierte que, sin una solución urgente, la convivencia entre minería y sociedad podría resentirse gravemente.
Por Lucas Laciar
La Ruta Nacional 40
El viejo problema de la Ruta 40En los papeles, todo parece alineado para que San Juan ingrese en una nueva era minera.
La fusión entre los proyectos José María y Filo del Sol bajo la insignia de Vicuña promete inversiones multimillonarias, generación de empleo y desarrollo territorial. Pero hay una realidad que no puede pasarse por alto: la Ruta 40 Norte, columna vertebral del tránsito hacia los proyectos mineros, está devastada.
Esa ruta, que une la ciudad de San Juan con los departamentos mineros de Jáchal e Iglesia, debería ser el emblema de una provincia que mira al futuro. Pero hoy es sinónimo de pozos, peligro y abandono. Fernando Godoy, presidente de la Cámara de Proveedores Mineros de San Juan (CAPRIMSA), no lo dice con eufemismos: «La ruta está destruida. Lo reclamamos hace dos años y seguimos esperando».
Un corredor estratégico ignorado
La Ruta 40 no es cualquier camino: es el trayecto por donde circularán miles de camiones cargados con insumos, equipos, materiales y trabajadores. Es el acceso clave al norte sanjuanino. Y, sin embargo, está fuera del radar de las obras urgentes.
«Nosotros lo reclamamos públicamente porque es el corredor minero. Nace después de la circunvalación, pasa por Albardón y va a Jáchal. Es el paso para subir a Veladero, Filo del Sol y José María. Y no tenemos ruta», plantea Godoy, con una mezcla de preocupación y frustración.
Fernando Godoy, presidente de la Cámara de Proveedores Mineros de San Juan (CAPRIMSA)
La ecuación es simple: si se proyecta un crecimiento exponencial en la actividad minera, es lógico que se planifique también la infraestructura que la hará posible. Pero según Godoy, ese equilibrio no está ocurriendo. «Si vos esperás que la minería te solucione la situación social y productiva de San Juan y el gobierno no hace nada para apoyar eso, algo está fallando».
Un reclamo sin respuesta
Godoy reconoce que la obra depende de Nación, pero asegura que la Provincia tiene una responsabilidad clave: «Es una ruta nacional, pero el gobierno provincial tiene que gestionar eso. La minería le dio durante 18 años una torta enorme a Nación y a la provincia. Tiene que haber un acuerdo público para remediar eso«.
En palabras claras: “Alguien se tiene que poner el poncho”. Godoy reclama liderazgo político y un acuerdo interjurisdiccional que priorice lo que él llama “infraestructura crítica para el desarrollo minero”.
La falta de planificación a largo plazo dice, contrasta con modelos como el de Australia, donde la minería es muy importante, se proyectan obras a 30 y 70 años.
Camiones, turistas y una sociedad que se cansa
El deterioro de la ruta no es sólo un problema de logística. Tiene consecuencias sociales, económicas y simbólicas.
Para Godoy, el mayor riesgo es que los ciudadanos que no trabajan directamente en minería empiecen a verla como una molestia.
«Hay dos miradas. La del jachallero que rompe amortiguadores y le echa la culpa a la minería, y la del proveedor que sabe todo lo que aporta. A mí me preocupa más la crítica del que no es minero, porque la licencia social se trabaja todos los días«, afirma.
Y lanza una advertencia: “Esperamos que la minería mueva 2000 o 3000 camiones y no tenemos ruta. ¿Cómo va a impactar eso? Hay que estudiarlo. El kiosquero, el almacenero, la persona común… ¿cómo los afecta hacer 180 km con 150 camiones con una ruta en mal estado?”.
Una mirada a largo plazo
Desde CAPRIMSA aseguran que la solución no es únicamente asfaltar un camino. Hay que estudiar el impacto social y diseñar un modelo de convivencia sostenible entre minería y sociedad.
“Hemos preguntado cómo lo hace Chile, Perú, Canadá, Australia. Lo hicimos a pulmón, sin sociólogos rentados. Y sacamos una conclusión: el menor impacto social es clave para tener buena política minera”.
Godoy subraya que su cámara no está solamente para buscar contratos: «Tenemos responsabilidad social, empresarial y comunicacional. Tenemos que defender la política minera analizando los problemas, el impacto y lo que queremos».
Una propuesta concreta
Godoy también plantea una salida inmediata: SEMISA (miembro asociado a CAPRIMSA), ganó la licitación de los tramos F y H del camino a Vicuña. Para él, hay una oportunidad única: «El gobierno tiene este segundo semestre para arreglar esa ruta. Poniendo plata, se puede solucionar en tres meses«.
Y recuerda cómo se enfrentaron desafíos similares en otros tiempos: “En Lama teníamos que poner los vehículos a 160-170 km por hora para pasar los convoyes. Ahí nació la idea de la camioneta guía, que fue un modelo en Argentina. Ese tipo de planificación hoy está ausente”.
¿Estamos preparados para lo que viene?
El cierre de la entrevista deja más preguntas que respuestas. ¿Qué va a pasar cuando explote José María y Filo del Sol? ¿Cómo se va a adaptar la provincia a una minería de escala inédita, sin infraestructura básica?
«Estamos en pañales», dice Godoy. Pero lo dice sin resignación. Lo dice porque cree que aún hay tiempo de corregir el rumbo. Y lo dice porque sabe que el futuro minero de San Juan no puede construirse sobre una ruta rota.