Minería ilegal en Sudamérica: el oro sucio que devasta bosques, envenena ríos y alimenta el crimen organizado
La minería ilegal se ha convertido en una de las actividades ilícitas más lucrativas y destructivas en Sudamérica. Hoy mueve miles de millones de dólares, incluso más que el narcotráfico, según informes de la ONU. Esta economía paralela está estrechamente ligada al crimen organizado, afecta gravemente al medio ambiente y genera violencia en las comunidades indígenas y rurales.
Por William Cortez
La minería ilegal afecta a las comunidades de las zonas y contamina el medio ambiente, sin posibilidades de recuperar el entorno
En los países donde la minería ilegal está presente, su actividad está siendo comparada al narcotráfico, superando en ocasiones sus cifras, y convirtiéndose en más sangrienta y despiadada, generando caos y conflictos gubernamentales.
En Perú, se estima que entre 150,000 y 400,000 personas están involucradas en actividades mineras ilegales, y el país representa el 44% del oro ilegal producido en Sudamérica.
La región de Madre de Dios es uno de los focos más alarmantes, donde el oro se extrae sin control, dejando a su paso deforestación, corrupción y crimen.
En Venezuela, el Arco Minero del Orinoco, una zona equivalente a Islandia ha sido militarizada y entregada a mafias y guerrillas. Desde su creación en 2016, se han documentado al menos 149 asesinatos relacionados con esta actividad. Los informes hablan de esclavitud moderna, violencia sexual y contaminación masiva.
Madre de Dios: una selva arrasada por el oro
Más de 301,755 hectáreas de bosque amazónico han sido destruidas en Madre de Dios en los últimos 20 años. Esto equivale a más de tres veces el tamaño de Lima Metropolitana. Los mineros ilegales, en su mayoría informales y desprotegidos, utilizan mercurio para separar el oro, lo que contamina los ríos y afecta a miles de personas.
La triple alianza del crimen: minería ilegal, narcotráfico y trata de personas
Los carteles se han adueñado de las zonas más prolíferas y las explotan sin ningún tipo de control y bajo la ley del miedo
La minería ilegal está conectada con redes internacionales de crimen. En muchas zonas remotas de Colombia, Brasil y Perú, los cárteles controlan las minas ilegales y utilizan los recursos para lavar dinero, financiar armas y traficar drogas.
A su paso, han dejado un rastro de mujeres y niñas víctimas de explotación sexual, muchas reclutadas bajo engaños o vendidas por necesidad.
Mercurio, enfermedades y desplazamientos: el costo humano de la minería ilegal
El uso intensivo de mercurio ha provocado enfermedades neurológicas en poblaciones como los indígenas Munduruku de Brasil. Hay reportes de niños con malformaciones, infertilidad y alteraciones mentales en comunidades enteras.
Además, el desplazamiento forzado de pueblos indígenas es una realidad creciente, especialmente en zonas del Amazonas donde la minería avanza más rápido que la ley.
¿Es posible frenar esta economía ilegal?
La lucha contra la minería ilegal no puede limitarse a operativos policiales. Se necesita una estrategia regional, con participación de los gobiernos, el sector privado, ONGs y organismos internacionales.
Es vital ofrecer alternativas económicas sostenibles a las comunidades afectadas, fortalecer la fiscalización ambiental, y cortar las rutas de lavado de dinero que alimentan este ciclo criminal.
Erradicar la minería ilegal es tarea de todos, especialmente de los gobiernos que deben cuidar a sus pueblos originarios y sus entornos y recursos naturales
Erradicar la minería ilegal no es solamente una tarea ambiental: es una urgencia humanitaria y geopolítica.
Dejar crecer este negocio en la sombra significa permitir que el crimen organizado siga desestabilizando la región, envenenando el futuro y destruyendo nuestros recursos naturales más valiosos.