Arancibia, líder del GEN, pone contra las cuerdas al gobierno y las mineras
Marcelo Arancibia, referente del GEN en San Juan, lanza una crítica demoledora al modelo minero que, según denuncia, ha fracasado en democratizar la riqueza, fortalecer al empresariado local y construir instituciones sólidas.
Plantea un debate ausente en la política provincial: ¿qué tipo de capitalismo queremos construir desde los recursos naturales?
Por Lucas Laciar
Marcelo Arancibia, excandidato a gobernador y actual dirigente del GEN
Una nota que sacude y un debate que incomoda
La reciente publicación de ACERO Y ROCA sobre Alfredo Vitaller, vicepresidente de Asuntos Corporativos del proyecto Vicuña, generó repercusiones intensas en San Juan. Pero más allá de la polémica por la contratación de proveedores, para Marcelo Arancibia, excandidato a gobernador y actual dirigente del GEN, el artículo habilita una discusión mucho más profunda: qué modelo económico se está consolidando en la provincia bajo el paraguas de la megaminería, y, sobre todo, a quién beneficia.
“Es interesante porque pone en la mesa un debate que está ausente o se da por hecho: ¿qué tipo de capitalismo queremos en San Juan?”, dispara.
Arancibia invita a pensar una transformación estructural, una encrucijada de fondo: o se reproduce un sistema extractivo con beneficios concentrados, o se construye un modelo que convierta la minería en motor de desarrollo real y sostenible.
El ejemplo de Levi Strauss y la pregunta por la burguesía sanjuanina
Para ilustrar su planteo, Arancibia recurre a una metáfora poderosa. Evoca la fiebre del oro en el San Francisco del siglo XIX, donde Levi Strauss, un inmigrante alemán que no encontró oro, decidió fabricar pantalones resistentes para los mineros. De ese emprendimiento surgió un imperio textil global. “Levi entendió que la verdadera oportunidad no era el oro en sí, sino lo que podía construirse alrededor. Y eso fue posible porque había un entorno institucional que le permitió prosperar”, señala.
En contraste, se pregunta: “¿Dónde están nuestros Levi Strauss? ¿Qué entorno estamos construyendo en San Juan para que nuestros emprendedores locales crezcan junto a la minería?”.
Arancibia apunta a la ausencia de una estrategia para construir una burguesía productiva: “En el siglo XX fue la bodeguera. Tuvimos empresarios como los Graffigna, como los Estornell. Hoy, nuestros supuestos burgueses son políticos que manejan contratos del Estado. Eso no genera desarrollo, eso genera dependencia y clientelismo”.
El Museo Graffigna de la familia que supo ser de las más potentadas del siglo pasado en San Juan gracias a la vitivinicultura
Facilitar el desembarco, exigir la «sanjuaninización»
Arancibia sostiene que San Juan debería abrir sus puertas a empresas de otras provincias, pero no como territorio de paso o simple sede fiscal. “Tenemos que ser como Delaware —dice—, facilitar la constitución de sociedades, simplificar los trámites en el Registro Público de Comercio, pero con la estrategia clara de que las empresas que vengan se asocien con el empresariado local, tributen acá y generen empleo real en la provincia”.
Para él, no se trata de rechazar el capital externo, sino de establecer reglas que prioricen el desarrollo regional. “El Estado debe decir: ‘estas son las condiciones para trabajar en San Juan’. Y entre esas condiciones tiene que estar el fortalecimiento del tejido productivo local. No podemos permitir que las grandes empresas vengan, operen con razón social en otra provincia, y se lleven todo sin dejar nada”, advierte. Así, plantea que se requiere una política activa de sanjuaninización empresarial, para que la minería también sirva como trampolín para crear nuevas alianzas, capacidades y estructuras económicas locales que perduren más allá de los proyectos extractivos.
El Estado debe decir: ‘estas son las condiciones para trabajar en San Juan’. Y entre esas condiciones tiene que estar el fortalecimiento del tejido productivo local. No podemos permitir que las grandes empresas vengan, operen con razón social en otra provincia, y se lleven todo sin dejar nada”
Un modelo extractivo sin impacto en el desarrollo provincial
Uno de los puntos más críticos de su diagnóstico es la escasa incidencia de la minería en la estructura presupuestaria de San Juan. “Desde Veladero hasta hoy, el presupuesto provincial sigue dependiendo en un 85 a 89% de fondos nacionales. La minería no ha transformado las finanzas públicas. ¿Dónde está la riqueza?”, cuestiona. Sobre esto cabe destacar que el gobernador Orrego asumió reconociendo que San Juan es una provincia “Nación- dependiente”.
Para Arancibia, lo que falla no es la minería en sí, sino el tipo de capitalismo que se practica: uno que no crea instituciones, no promueve la industrialización local, ni redistribuye la riqueza de forma equitativa. “Esto no tiene nada que ver con Noruega o Suecia. Nos estamos pareciendo más a Níger o a Ghana, países con recursos, pero sin desarrollo, con corrupción, desigualdad y conflictos sociales crónicos”, advierte.
«San Juan no puede ser sólo una cantera de la que se llevan todo. Tiene que ser una sociedad que construya futuro con lo que tiene».
Desigualdad, desindustrialización y ausencia de política fiscal
La crítica se vuelve aún más incisiva al abordar la política económica del Estado provincial.
Según Arancibia, en lugar de construir una estructura impositiva sólida que fortalezca la autonomía local, se ha optado por una estrategia de subsidios crónicos, condonaciones y dependencia nacional. “Subsidiamos la boleta de la luz, la cosecha, la industria, pero no generamos un ecosistema donde las empresas locales puedan competir en igualdad de condiciones. Estamos asistiendo al colapso silencioso de los municipios porque no hay recursos propios. Y eso también es consecuencia del modelo minero actual”.
Sobre esto cabe mencionar que esta semana Rawson redujo su planta política eliminando secretarias, direcciones y pidiéndole la renuncia a 70 funcionarios de planta política, de los cuales la mitad se quedó sin trabajo. La semana anterior se conoció algo similar en Valle Fértil, con un ajuste superior.
«Nos estamos pareciendo más a Níger o a Ghana, países con recursos, pero sin desarrollo, con corrupción, desigualdad y conflictos sociales crónicos”.
En esa línea, sostiene que mientras el gobierno promueve un discurso de atracción de inversiones, en la práctica facilita un modelo “donde los proveedores sanjuaninos dependen de la buena voluntad de las mineras para ser incluidos, y ni siquiera eso está garantizado”.
La trampa de la falsa competencia
El eje de la contratación de proveedores locales se vuelve clave en la conversación. Para Arancibia, el actual sistema de adjudicaciones consolida una competencia desleal: “Abrís la importación, tenés un dólar bajo, altísima presión impositiva y sin protección institucional. ¿Qué PyME local va a poder vender pantalones de trabajo si traerlos desde China es más barato?”.
Advierte además que, detrás del discurso de eficiencia, se oculta una lógica de maximización de utilidades empresariales sin compromiso con el desarrollo regional: “A los empresarios foráneos les cierran los números, sí. Pero ¿Cuánto queda en San Juan? ¿Qué tejido productivo estamos fortaleciendo?”.
Ambiente en peligro: Instituciones débiles y decisiones peligrosas
El análisis se vuelve aún más inquietante cuando se aborda el plano institucional. Arancibia expresa su preocupación por recientes modificaciones en los procedimientos de evaluación ambiental. “Hoy se plantea que el órgano que aprueba la Declaración de Impacto Ambiental pueda excluir a organismos nacionales. Eso no es eficiencia, eso es irresponsabilidad. Somos una provincia sísmica. No consultar al INPRES puede ser gravísimo”, advierte.
Más aún, se anima a decir que en materia de impacto ambiental “las empresas han sido más responsables que el propio Estado. El problema no es lo que prometen las mineras, sino que el Estado no cumple con los controles y obligaciones que les corresponden”.
Un modelo que no discute nadie y que beneficia a pocos
A pesar de todas estas falencias, Arancibia denuncia una connivencia silenciosa entre oficialismo y oposición. “Desde Gioja a Orrego, pasando por Uñac, nadie se atrevió a discutir este modelo. Pero tampoco lo hace la oposición. Hay un seguidismo total, una falta de mirada crítica que empobrece la democracia”.
Desde su espacio, plantea que la elección de 2025 puede ser una oportunidad histórica para romper ese pacto de silencio: “Tenemos que hablar de esto. No sólo de Milei o Cristina. Tenemos que discutir nuestro modelo económico provincial. Porque si no, la minería va a durar 80 años y el daño —o la oportunidad perdida— va a durar lo mismo”.
«El problema no es lo que prometen las mineras, sino que el Estado no cumple con los controles y obligaciones que les corresponden”.
Desarrollo, no saqueo
La frase final que deja Marcelo Arancibia es tan clara como inquietante: “San Juan no puede ser sólo una cantera de la que se llevan todo. Tiene que ser una sociedad que construya futuro con lo que tiene. Eso no se logra con slogans, se logra con instituciones, con capital humano, con política seria y con un capitalismo que se parezca más a Suiza que a Níger”.
Lo que propone no es oponerse a la minería, sino discutir qué tipo de sociedad queremos construir a partir de ella. En otras palabras, si la riqueza que brota de las montañas servirá para unos pocos… o para todos.