¿El mundo se queda sin oro?: La minería entra en su etapa más crítica
Mientras el precio del oro supera los 2.300 dólares por onza, las compañías mineras y los analistas del mercado están encendiendo las alarmas: el planeta está entrando en una era de escasez de oro sin precedentes. ¿Por qué? Porque cada año se produce menos, cuesta más encontrarlo y, lo que es peor, no hay nuevos yacimientos significativos a la vista.
Por Mark Philips
Cada vez queda menos oro en el planeta Tierra
Desde 2016, la producción mundial de oro muestra una tendencia declinante. En 2022 se alcanzaron las 3.644 toneladas, un 1% menos que el año anterior, según el World Gold Council. Se espera que en 2026 se alcance el “peak gold” definitivo, a partir del cual la producción sólo irá a la baja.
A esto se suma la reducción sostenida de la calidad del mineral extraído. Las leyes promedio (cantidad de oro por tonelada de roca) han caído a mínimos históricos: actualmente rondan los 1,46 gramos por tonelada, frente a los más de 10 g/t de hace 50 años. Esto significa más excavación, más energía, más residuos y mayores costos.
Descubrimientos: el gran ausente de la década
Un dato que estremece a la industria: en la última década, solamente se han producido cinco descubrimientos de clase mundial. A pesar de una inversión de más de 200.000 millones de dólares en exploración, la mayoría de las compañías no logran hallar depósitos económicamente viables.
Los hallazgos actuales suelen ser más pequeños, de menor ley y ubicados en zonas geopolíticamente conflictivas o de difícil acceso. Esto complica enormemente su desarrollo y explotación.
En la última década, sólo se han producido cinco descubrimientos de clase mundial
Costos operativos al alza y retrasos regulatorios
El costo de extraer una onza de oro ha escalado significativamente. En promedio, se necesitan entre 50 y 70 toneladas de roca para obtener apenas 30 gramos de oro. Además, las minas deben operar a mayor profundidad y con mayores restricciones ambientales y sociales.
Muchos proyectos enfrentan cuellos de botella en permisos ambientales y licencias, que pueden demorar más de una década desde el descubrimiento hasta el inicio de la producción. El modelo tradicional de minería, basado en proyectos de rápido desarrollo, está en crisis.
Una oportunidad dorada para Argentina y San Juan
Paradójicamente, esta crisis global podría ser una enorme oportunidad para países con alto potencial geológico aún no totalmente explotado. Argentina es uno de ellos. Y la provincia de San Juan, el epicentro de esta transformación.
Con una cartera creciente de proyectos auríferos, como Vicuña , Gualcamayo, Cerro Moro, Veladero, Hualilan y El Pachón, San Juan se posiciona como uno de los distritos mineros más prometedores del hemisferio sur.
San Juan no puede, ni debe desaprovechar esta oportunidad que se presenta, de hacer una minería que cuide a San Juan y a su vez la beneficie
Algunas razones por las que Argentina puede beneficiarse de este contexto global:
• Auge del precio internacional del oro, que mejora la rentabilidad de proyectos en etapas tempranas.
• Cartera robusta de proyectos en exploración avanzada y prefactibilidad.
• Geología favorable y aún subexplorada en los Andes Centrales.
• Voluntad política provincial para atraer inversiones mineras, con marcos legales que ofrecen previsibilidad a largo plazo.
• Capacidad técnica local en crecimiento y mayor interés de capitales internacionales ante la crisis de descubrimientos.
San Juan, en particular, cuenta con infraestructura básica, recursos humanos formados y experiencia en proyectos binacionales. En este contexto global, la provincia puede atraer inversiones y liderar la próxima ola de producción aurífera responsable en Sudamérica.
Menos oro, más estrategia
La escasez global de oro redefine las reglas del juego. La minería del futuro no será masiva ni de alto impacto, sino selectiva, sustentable, tecnológicamente avanzada y geopolíticamente estratégica.
Es momento de unir fuerzas y de abrir las velas, el viento está soplando a favor
Para Argentina y, en especial, para San Juan, este es un punto de inflexión. Si se toman las decisiones correctas (infraestructura, reglas claras, licencias ágiles y control ambiental serio), el país puede pasar de exportador marginal a actor clave del nuevo orden aurífero global.