China encuentra un tesoro: el torio y la promesa de 60 000 años de energía limpia
En lo profundo de Bayan Obo, una región minera ya conocida por sus tierras raras, China ha descubierto algo que podría cambiar la historia de la energía mundial: yacimientos de «torio» tan masivos que según estimaciones, podrían abastecer al país por más de 60 000 años. Sí, sesenta mil.
Por Amaranta Marquez
En su estado puro, el torio (Th, número atómico 90) es un metal blando color plateado y ligeramente radioactivo
Para dimensionarlo: hablamos de un millón de toneladas de un metal olvidado por Occidente, pero que empieza a perfilarse como la carta ganadora en la carrera por una energía limpia, segura y soberana.
¿Qué es el torio y por qué todos lo miran ahora?
El torio no es nuevo. Es un metal plateado, denso y ligeramente radiactivo, bautizado con el nombre del dios del trueno nórdico, Thor. Tiene fama de “hermano menor del uranio”, pero con una diferencia crucial: genera más energía, es más seguro y produce residuos radiactivos mucho menos peligrosos.
La clave está en su uso con una tecnología que hasta hace poco parecía cosa de ciencia ficción: los reactores de sales fundidas, conocidos como MSR por sus siglas en inglés.
Los reactores que no explotan y caben en un camión
China ya puso en marcha su primer reactor experimental TMSR-LF1, en el desierto de Gobi, y alcanzó su máxima potencia en 2024.
No usa agua para refrigerarse. No tiene riesgo de fusión. No necesita uranio enriquecido. Y lo más increíble: es tan compacto que podría trasladarse en un contenedor.
En 2025 está en marcha un segundo reactor, esta vez con una potencia de 10 MW, capaz de generar electricidad real, no sólo probar una teoría. ¿El objetivo? Tener modelos comerciales listos para 2030. Algunos de ellos, incluso, con posibilidad de generar hidrógeno “limpio”.
Pellets de torio en un laboratorio nuclear
Una jugada estratégica con olor a minería
Más allá de los reactores, lo que hay detrás es minería. Bayan Obo concentra tierras raras y ahora se suma el torio.
Pero hay que mencionar que su extracción no es inocua: se requiere separar el torio del resto de minerales con ácidos, energía y procesos industriales que dejan huella.
China lo sabe, y por eso controla la cadena completa: exploración, refinado, reactores y tecnología asociada. Lo que muchos países hacen por separado, China lo ejecuta en conjunto, con inversión estatal y objetivos claros. Para algunos, eso es planificación; para otros, es hegemonía.
¿Qué significa esto para América Latina y la minería global?
El descubrimiento del torio y la aceleración de los reactores MSR podrían desplazar tecnologías actuales que dependen de litio, uranio y gas. También podrían generar una nueva fiebre de exploración, esta vez orientada al torio, en regiones que ni siquiera saben que lo tienen.
En países como Brasil, Argentina, Bolivia o Perú, donde hay formaciones geológicas similares a las chinas, el debate sobre torio todavía es incipiente. Pero eso puede cambiar rápido si la demanda tecnológica se dispara.
Su uso más común y más antiguo es como componente de lámparas de gas, ya que bajo determinadas circunstancias y junto a ciertas combinaciones químicas, emite mucha luz. Actualmente, el metal de torio se emplea sobre todo en la producción de energía nuclear
Final abierto: ¿quimera o revolución?
La promesa de abastecer un país por 60 000 años suena a utopía. Pero si algo ha demostrado China en la última década es que cuando se propone liderar una tecnología, rara vez retrocede. Lo que hasta ayer parecía una rareza de laboratorio, hoy es una posibilidad concreta.
El torio, ignorado durante décadas por no ser rentable, vuelve a escena. Y como suele ocurrir en minería, cuando esto pasa, todo se mueve a su alrededor: política, economía, ambiente y poder.