Mali en jaque: choque entre Barrick, la soberanía del oro y la intromisión rusa
El conflicto entre Mali y la gigante canadiense Barrick Gold se intensifica: un tribunal comercial de Bamako ha colocado el complejo aurífero Loulo‑Gounkoto bajo administración provisional estatal por seis meses, nombrando al ex ministro de Sanidad de Mali, Soumana Makadji como administrador, pero Rusia ha entrado a formar parte del conflicto.
Por Mark Philips
Barrick se enfrenta en Mali a un entramado geopolítico y militar, no comercial, de resultado incierto para sus intereses
La decisión, que busca reactivar la mina tras su cierre en enero por la confiscación de lingotes, es un duro golpe para Barrick, que suspendió sus pronósticos de producción 2025 y mantiene una demanda de arbitraje internacional.
Mali reclama a Barrick impuestos y dividendos por más de US $500 millones, tras una auditoría sobre los años 2020–2022. Barrick, explica que lleva casi tres décadas operando en el país africano, alega que enfrenta acusaciones infundadas, detenciones a ejecutivos y bloqueos a sus exportaciones de oro.
La empresa sostiene un coste operativo en Mali de US $15 millones al mes, a la espera de que se retomen las exportaciones , pero el litigio está ahora en manos del CIADI, (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), con Barrick buscando medidas provisionales para impedir acciones adicionales del Estado.
Trasfondo geopolítico: Rusia pisa fuerte
En paralelo, Mali y Rusia han avanzado en la construcción de la primera refinería de oro en Bamako, con capacidad para procesar 200 toneladas anuales, según acuerdos conjuntos. Este proyecto estratégico emblematiza el viraje de Mali hacia la soberanía sobre su riqueza natural, reduciendo la dependencia de empresas occidentales.
Además de esta refinería que incluye tecnología rusa y el respaldo financiero de Moscú, se proyecta una futura central nuclear ligera construida por Rosatom lo que coloca al país africano como un claro aliado del eje soviético.
El grupo militar de mercenarios rusos Wagner, según informes publicados, ha sido financiado por el gobierno de Mali con ingresos obtenidos de las mineras en el país
Como se puede ver, el entramado no es sólo comercial: según el informe del Blood Gold Report, pone de manifiesto acusaciones muy graves en las que cita, que «una parte de los ingresos fiscales obtenidos de compañías como Barrick habría sido desviados por el gobierno para financiar al grupo mercenario ruso Wagner, presente en Mali desde 2021.
Esto dibuja una preocupante intersección de minerales, dinero y poder militar, se está hablando de USD 10,8 millones por mes por proteger el minado que financia el régimen militar.
Riesgos para la inversión y el mercado
El impacto de esta disputa supera las fronteras de Mali produciéndose efectos colaterales como:
1. Señal negativa al mercado: la intervención estatal abrupta y el incumplimiento de acuerdos contractuales pueden disuadir futuras inversiones en el país y en la región.
2. Competencia rusa: el control de infraestructuras clave como la refinería y la presencia de Wagner, no sólo reconfiguran el sector minero, sino que reducen el espacio para empresas occidentales.
3. Tensiones geopolíticas: mientras Rusia consolida su influencia, Occidente puede responder con sanciones, presiones diplomáticas o medidas en instituciones financieras internacionales.
Mali y Rusia han avanzado en la construcción de la primera refinería de oro en Bamako, anulando los acuerdos con la compañía canadiense
Está muy claro que el pulso entre Barrick y Mali es una disputa comercial y también capítulo emblemático de la “guerra del oro” poscolonial. Con el respaldo ruso, en refinería, posibles acuerdos minerales y presencia militar, el gobierno maliense busca recuperar su soberanía sobre sus recursos.
Para Barrick, el desafío es enorme: ¿ceder a las exigencias estatales, confiar en el arbitraje internacional o retirarse del país? La respuesta marcará el rumbo de la minería en África y la estabilidad jurídica de los inversionistas. Barrick no se enfrenta a un conflicto comercial, sino a un entramado geopolítico de intereses militares y politicos.