Desde San Juan hasta Australia: una historia que desafía la minería tradicional
A los 38 años, María Florencia Martín ha tejido una trayectoria que atraviesa continentes: de la Universidad Nacional de San Juan al corazón minero de Australia. Su historia está marcada por la pasión, los desafíos, la reinvención y la fortaleza de ser mujer y madre en una industria mayormente masculina.
Por Yanhy Navas
Ing. M. Florencia Martín
Una elección casi natural
María Florencia Martín no planificó desde el principio ser ingeniera de minas, pero el camino la llevó hacia esa profesión con una mezcla de influencia familiar y descubrimiento personal. Nacida y formada en San Juan, Argentina, Florencia recuerda que eligió la ingeniería casi por inercia, sin saber del todo qué esperar. “Pensaba que era lo que había que hacer, como el siguiente paso lógico”, comenta.
Su padre, ingeniero civil, fue un referente en casa, y eso sin duda marcó una orientación hacia las ciencias aplicadas. La Escuela Industrial y la Universidad Nacional de San Juan fueron sus primeros escenarios de aprendizaje, donde fue consolidando conocimientos y despertando su interés por la minería. “Nunca tuve un vínculo fuerte con la minería al principio, no venía de una familia minera, pero al ir trabajando en Cerro Negro me fui apasionando”, relata.
El llamado a la aventura y la migración
A los 30 años, Florencia sintió que su vida profesional necesitaba un cambio. “Siempre quise vivir en otro lado, probar otra realidad”, dice.
Así comenzó una etapa de viajes e incertidumbre que la llevó por India, el Sudeste Asiático y Europa. Finalmente, encontró en Australia un destino con grandes oportunidades para ingenieros de minas, pero también con obstáculos, especialmente para quienes no cumplían ciertos requisitos migratorios.
Para acceder a la visa necesaria, Florencia decidió estudiar un curso fuera de su área, un paso estratégico para poder trabajar y permanecer en el país.
Este sacrificio, que implicó alejarse de su especialidad, fue compensado con la posibilidad de insertarse en un mercado laboral sólido y estable. “Fue una decisión difícil, pero sabía que era la forma de abrirme camino”, afirma.
Florencia Martín recibiendo la ciudadanía australiana
Primeros pasos en la minería australiana
Gracias a una red de contactos, un ingeniero en Perth la invitó a una entrevista. Sin dudarlo, Florencia tomó un vuelo con lo poco que tenía, dispuesta a aprovechar esa oportunidad. “Sabía que no podía dejar pasar esa chance, por eso fui con toda la energía y ganas de demostrar que podía”, recuerda.
Comenzó trabajando de manera casual en una empresa minera, y su esfuerzo fue rápidamente reconocido. Gracias a un patrocinio, logró un contrato fijo y luego una visa de residencia. “El patrocinio fue clave, porque me permitió quedarme legalmente y con estabilidad para planificar mi futuro”, destaca.
Durante esos años, Florencia experimentó distintas realidades dentro de la minería. En compañías grandes, como Rio Tinto, encontró una estructura muy corporativa, con mucha burocracia que limitaba la creatividad y la innovación.
Por otro lado, en empresas más pequeñas pudo aportar de manera más directa y sentir el impacto real de su trabajo. Se especializó en perforación y voladura en minería a cielo abierto, un campo en el que encontró comodidad y satisfacción profesional.
Florencia Martín junto a sus compañeros de trabajo en Australia en la mina subterránea Eureka de la empresa Saracen
La maternidad como barrera en la minería
Florencia también denuncia que la maternidad sigue siendo un obstáculo para muchas mujeres en la minería. Cuenta que durante una entrevista de trabajo en BHP, estando embarazada de 32 semanas, el entrevistador se enfocó más en su estado que en sus competencias. “Me dijeron que no podían discriminar, pero todos saben lo que implica una mujer embarazada en ese contexto”, recuerda.
Esta experiencia, aunque negativa, fue para Florencia un paso importante para visibilizar el tema y para que otras mujeres puedan enfrentar menos prejuicios en su desarrollo profesional. “Las mujeres necesitamos espacios que entiendan y acompañen la maternidad, no que la vean como un problema”, enfatiza.
Un mensaje para la minería del futuro
Hoy, con ciudadanía australiana y una trayectoria profesional marcada por la superación y la adaptación, María Florencia Martín es un ejemplo de cómo la minería puede y debe evolucionar. Su historia demuestra que las carreras en este sector no son lineales, que requieren flexibilidad y apoyo real, especialmente para las mujeres.
Su mensaje es claro: la industria minera debe cambiar para ser verdaderamente inclusiva, acompañando a las madres trabajadoras y ofreciendo oportunidades para que el talento femenino crezca sin sacrificios personales insostenibles. “No se trata sólo de dar oportunidades, sino de crear condiciones para que las mujeres puedan desarrollar todo su potencial”, concluye.