La Iglesia católica alza la voz e incomoda a la minería
Obispos de América Latina y el Caribe presentarán el 17 de julio un documento acerca de los Impactos de la Minería, reafirmando el compromiso de la Iglesia con la justicia social, la protección ecológica y los derechos humanos frente a los conflictos socioambientales.
Por Sergio Álvarez
La iglesia católica alza su voz ante los abusos de la minería, pidiendo medidas urgentes y toma de conciencia
Orientaciones Pastorales sobre los Impactos de la Minería
La Iglesia Católica acaba de dar un paso inédito en su compromiso con la justicia ambiental: el lanzamiento oficial de una guía pastoral que interpela con fuerza el modelo extractivo minero en América Latina.
El documento, llamado “Orientaciones Pastorales sobre los Impactos de la Minería”, va a presentarse el 17 de julio en Panamá por más de 20 obispos del continente y representa la consolidación de una postura clara y directa frente al avance de la minería que, en muchos territorios, ha sido sinónimo de devastación ecológica, despojo territorial y conflicto social.
Esta iniciativa no es aislada ni coyuntural: es el resultado de un proceso de escucha comunitaria, teológica y pastoral que comenzó hace más de diez años, impulsado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, y la Red Iglesias y Minería.
En conjunto, estas instituciones buscan marcar una línea de acción concreta ante un fenómeno que, aunque genera divisas y empleos, también deja un reguero de agua contaminada, territorios fracturados y comunidades silenciadas.
Minería bajo sospecha: violencia, extractivismo y desplazamiento
La minería en muchos países de LATAM está dañando el ecosistema y generando una forma de esclavitud en los pueblos originarios
El documento parte de un diagnóstico crudo: en numerosos países de América Latina, la minería opera sin controles reales, vulnerando derechos humanos, desestructurando economías locales e incluso convirtiéndose en catalizadora de conflictos. Lejos de ser una actividad neutra, la minería aparece como parte de un modelo económico extractivista que prioriza la ganancia a corto plazo sobre la vida, la biodiversidad y la justicia intergeneracional.
Desde esta perspectiva, las orientaciones pastorales no se limitan a una advertencia moral; son una hoja de ruta para actuar ante el deterioro socioambiental. La guía propone que la actividad minera sea reducida, regulada y verdaderamente necesaria, un concepto que choca con el actual paradigma de extracción ilimitada, donde las empresas, muchas veces extranjeras, operan con ventajas fiscales, impunidad ambiental y complicidad política.
La trampa de la “transición energética” y las nuevas zonas de sacrificio
Uno de los capítulos más audaces del texto apunta contra una narrativa dominante en el discurso global: la idea de que la minería es indispensable para alcanzar una transición energética verde. Si bien la electrificación de las matrices energéticas es crucial, la Iglesia advierte que no puede justificarse una nueva oleada extractiva que perpetúe el sufrimiento en territorios vulnerables.
El documento recuerda que detrás del litio, el cobre o el níquel hay ecosistemas frágiles, pueblos originarios, fuentes de agua únicas y culturas milenarias que tienen que preservarse.
En zonas de LATAM hay una resistencia al abuso de las concesiones otorgadas a mineras, y el no respeto a lugares sagrados de los pueblos originarios
Así, se introduce el concepto de “zonas de sacrificio”, regiones enteras que son ofrecidas como «tributo al progreso global», pero que nunca ven reflejado ese desarrollo en forma de hospitales, escuelas o acceso digno al agua. La crítica es clara: si la transición energética no se hace con ética y justicia, corre el riesgo de ser una nueva versión del colonialismo, pintado de verde.
Espiritualidad, resistencia y acompañamiento
En un continente marcado por la fe y la religiosidad popular, la minería también ha impactado en lo espiritual. Muchos pueblos ven sus cerros sagrados dinamitados, sus ríos consagrados convertidos en canales de relaves, y sus rituales ancestrales despreciados por el lenguaje técnico de los informes de impacto ambiental.
La Iglesia, reivindica el valor de una ecología integral, que no disocia lo ambiental de lo humano, ni lo científico de lo espiritual.
El documento propone un fuerte compromiso pastoral para acompañar a las comunidades afectadas, no sólo en lo material, sino en lo simbólico y espiritual. Llama a los obispos y parroquias a formarse en temas ambientales, a actuar como mediadores en los conflictos y a levantar la voz frente a la criminalización de defensores del territorio. La Iglesia no quiere ser neutral: quiere ser profética.
La iglesia católica de Latinoamérica se revela contra las injusticias de las corporaciones mineras sin escrúpulos
Dinero sin alma: el riesgo de la cooptación
Uno de los puntos más sensibles del texto aborda la relación entre instituciones religiosas y empresas mineras. Con claridad, las orientaciones advierten sobre el riesgo de perder la independencia pastoral cuando se aceptan donaciones, financiamiento o presencia de las mineras en actividades eclesiales. El texto llama a un discernimiento profundo y a una “coherencia ética”, evitando que las estructuras de la Iglesia se conviertan en legitimadoras del extractivismo.
“No todo lo que brilla es oro”, parece decir la guía, incluso cuando ese oro se ofrece como limosna para templos o como sponsor de festividades religiosas. La misión pastoral, enfatizan los autores, debe estar siempre del lado de los pobres, los marginados y la creación herida.
Una guía con rostro continental
El contenido de la guía no es informal: se elaboró con base en más de 100 experiencias documentadas en 25 países de América Latina y el Caribe. Participaron comunidades indígenas, campesinas, afrodescendientes, organizaciones ambientales, obispos y teólogos.
El resultado es un documento profundamente latinoamericano, que pone en palabras lo que miles de personas sienten en carne propia cada vez que una empresa minera se instala en su territorio.
Este enfoque regional convierte al texto en una herramienta práctica para la acción pastoral, pero también en una referencia política para quienes discuten el futuro del desarrollo en América Latina. Desde Panamá hasta la Patagonia, el llamado es claro: hay que repensar el modelo de crecimiento, y hacerlo con criterios de justicia, sostenibilidad y respeto por la vida.
Una voz incómoda, pero necesaria
La Iglesia católica ya ha impulsado una campaña en distintos países de LATAM en contra de las políticas mineras contaminantes
La Iglesia ha decidido incomodar. Y lo hace en un momento donde muchos actores guardan silencio frente al poder económico de las grandes mineras. Con esta guía, asume un rol activo en la defensa del ambiente, los pueblos y la dignidad humana, en sintonía con la encíclica «Laudato Si» y con una ética que antepone la vida al lucro.
En tiempos donde la minería se presenta como inevitable, la voz pastoral recuerda que no todo lo técnicamente posible es moralmente aceptable. Y que hay otros caminos, más justos y más humanos, para convivir con la tierra que habitamos.