WOMEN IN MINING COLOMBIA ALERTA SOBRE PÉRDIDA DE EMPLEO FEMENINO EN MINERIA
La minería en Latinoamérica enfrenta una tras otra encrucijada debido por una parte a las malas praxis por parte de la minería ilegal y por otro lado a la falta de transparencia por parte de políticos y operadoras. Pero en Colombia, la situación adquiere un matiz aún más crítico: la combinación de altos impuestos, inseguridad jurídica y una narrativa política cada vez más adversa a la industria está afectando no sólo a las empresas, sino al avance de un actor clave para el futuro del sector: las mujeres.
Por William Cortez
En medio de este escenario hostil, se corre el riesgo de frenar años de avances en materia de inclusión laboral femenina, diversidad y empoderamiento económico.
Según datos del Consejo Intergremial Minero (CIM), el 32% de los empleos en la cadena de valor minera en Colombia están ocupados por mujeres. Esa cifra es significativa en un rubro históricamente masculino, y representa una conquista social que ahora podría verse seriamente comprometida.
Alta presión impositiva: el golpe silencioso
Una de las causas principales de este retroceso potencial es la presión tributaria. Con la aprobación de la reforma fiscal impulsada por el gobierno de Gustavo Petro, la carga sobre el sector extractivo se disparó.
Esto no solo ha desincentivado nuevas inversiones, sino que ha obligado a muchas empresas a reducir su plantilla, afectando especialmente a áreas vinculadas a la gestión social, comunicación, ambiente y diversidad de género, donde la presencia femenina suele ser más alta.
Mujeres en riesgo: más allá del empleo
La presidenta del Consejo Intergremial Minero, Ana María Gómez, advirtió que “se están dejando de contratar perfiles de género femenino por temor a la inestabilidad del sector”. La frase suena dura, pero refleja una realidad incuestionable: cuando una industria entra en modo supervivencia, los primeros recortes tienden a golpear a las áreas más nuevas o que aún no son vistas como estratégicas.
Esto implica que el recorte no solo es laboral, sino cultural y estructural. Las políticas de equidad de género, inclusión y liderazgo femenino, que venían avanzando, están siendo puestas en pausa.
Y en un entorno donde la sostenibilidad social es cada vez más demandada por el mercado y por los estándares internacionales, esto puede traducirse en una pérdida de competitividad a largo plazo.
Un discurso que erosiona
A esto se suma un discurso político anti-minero que permea no sólo en los organismos estatales, sino también en la opinión pública.
La estigmatización de la industria dificulta la percepción positiva de su rol en el desarrollo nacional y desalienta a nuevas generaciones de mujeres a ingresar o permanecer en este mundo. Es decir, el problema no es solo económico, sino simbólico.
¿Qué está en juego?
La minería, bien gestionada, ha demostrado ser un motor clave de desarrollo económico y social. Ignorar su valor y castigarla fiscalmente no solo pone en riesgo miles de empleos, sino también el progreso en igualdad de género, un aspecto que muchas empresas mineras en la región vienen promoviendo con esfuerzo real.
Lo que está en juego no es solo una estadística de participación femenina: es el modelo de desarrollo minero inclusivo que América Latina necesita para enfrentar los desafíos del siglo XXI.