Una escuela en el camino a Vicuña
Las dificultades y el compromiso por la educación
ACERO Y ROCA viajó hasta Iglesia para conocer de cerca la realidad que viven sus habitantes. Allí visitamos la Escuela Albergue Paso de los Andes N°121, de la localidad de Malimán, Iglesia, donde el director, Juan Michea, la celadora Gisela Valle y la cocinera Verónica Marinero compartieron sus experiencias y los desafíos que enfrentan día a día para garantizar la educación de los chicos.
Por Luciana Vignoli

Un grupo de estudiantes de la escuela, acompañados por el director, la cocinera y la celadora
Garantizar la educación
«La vida en una escuela albergue está marcada por la constancia, la vocación y la capacidad de adaptarse a las dificultades del entorno». Así lo explicó Juan Michea, docente con años de experiencia en la educación rural y que hoy dirige, enseña y tutela en la Escuela Albergue Paso de los Andes N°121, de la localidad de Malimán, en el departamento de Iglesia, donde asisten quince alumnos, cinco de primaria y diez de secundaria, que permanecen durante toda la semana en la institución.
Logística compleja
El director relata que “los profesores vienen una vez a la semana, si tienen movilidad del ministerio, de lo contrario no. En ese caso dejan tareas que yo voy completando con los alumnos para que sigan avanzando y aprendiendo». Michea conoce de cerca la realidad de las escuelas albergue que existen en San Juan, porque trabajó en muchas de ellas, como la Teniente Coronel Álvarez Condarco de Calingasta, la Domingo French de Sarmiento, la Hernando de Magallanes en las Sierras de Chávez y la de Rodeo.
El camino es otro tema, Juan explica que «está muy polvoriento y la mitad del camino tiene serrucho entonces se complica el acceso. De una minera pasan con un rodillo vibrador y han arreglado una parte, el resto sigue igual, pero como esta zona la ha tomado la minera nos dijeron que necesitan un convenio con Hidráulica para sacar agua del río y poder regar».
Necesidades y desafíos
Los alumnos trabajan contenidos principalmente de lengua y matemática para nivelar a los chicos, paralelamente, realizan talleres y actividades agropecuarias donde cultivan algunas verduras como acelga y habas, que consumen en la época de cosecha. El equipo docente y no docente está compuesto por tres celadoras, tres docentes (incluido el director) y una cocinera.
La institución sólo cuenta con dos habitaciones con cuchetas para los alumnos, en una duermen los varones y en la otra las mujeres, y dos habitaciones pequeñas para el director y las celadoras.
Este año la escuela junto a Medio Ambiente comenzaron un proyecto para crear un bosque nativo y un área de apicultura. «Le hemos hecho el pedido por nota a Vicuña que pedirle que nos done 4 trajes para los chicos», cuenta esperanzado Juan. Educar a los chicos en una zona rural es un gran desafío. El camino no ayuda, carecen de línea telefónica “Todo lo tenemos que resolver por whatsapp, pedidos, emergencias y demás», detalla Michea.
Consultado sobre este tema, Juan comentó que “Nos haría falta arreglar todo lo que hay de computación, porque las máquinas son CPU viejas y no tienen para conectarse a WIFI” . Debido a que a los chicos se les entrega todo el material en fotocopias, las resmas de papel A4 siempre son imprescindibles y faltan. Cuadernos A4, una computadora con programas actualizados, una impresora y tinta para la única que tiene hoy la escuela. De igual manera el director relata que sería muy bueno poder mejorar algunas condiciones edilicias y el sistema de agua y los baños.
Juan Michea, director de la Escuela Albergue Paso de los Andes N°121, de la localidad de Malimán
Donaciones para seguir enseñando
Michea cuenta que: “Acá vienen chicos de escasos recursos y la escuela les va brindando todo a partir de donaciones que recibe. La más importante es de la escuela Acosta, que hace 40 años viene anualmente y trae cuadernos, mapas y otros útiles».
El municipio no hace aportes de este tipo y las mineras tampoco «Hemos firmado un acta acuerdo con la empresa de catering LG, que se ha presentado en la licitación de Vicuña (Josemaría). Si ganan van a poner un invernadero y a armar una huerta para que los chicos la trabajen. La cámara de Jóvenes Emprendedores de Rodeo han prometido hacer unas donaciones y son quienes nos pusieron en contacto con LG», relata el director.
El Ministerio de Desarrollo Humano les entrega una partida económica mensual que ellos deben administrar con mucha prudencia para que alcance. Las compras las hacen a un proveedor de Angualasto.
De esta manera, Escuela Albergue Paso de los Andes N°121, con sus quince alumnos y un equipo reducido de docentes, es un testimonio de esfuerzo silencioso y de la importancia de sostener y acompañar la educación en los rincones más alejados de San Juan.
Cuidar, acompañar y proteger a los alumnos
Gisela Valle, una celadora comprometida con la realidad de los alumnos
Gisela Valle es celadora en la Escuela Albergue hace 14 años. “Mi función es cuidar, proteger a los chicos, ayudarlos en las tareas y acompañarlos en todo lo que necesitan. También hacemos talleres, lavamos y planchamos», especifica Gisela.
A pesar de vivir a 35 kilómetros de la escuela, se mantiene comprometida con su labor junto a sus compañeras Patricia Cotignola y Lucía Vara. «Nosotras nos apegamos mucho a los chicos, y ellos. Acá encontramos algunos con falta de cariño, falta de atención entonces los acompañamos como si fueran nuestros propios hijos«, relata. «Lo más triste es ver chicos que no logran avanzar en lo pedagógico porque arrastran problemas familiares difíciles de resolver, entonces en muchos casos somos la contención que ellos tienen», expone Gisela.
La realidad de la escuela rural también impone carencias que aumentan este sentimiento: “Hay chicos que llegan mal calzados, sin zapatillas… tratamos de conseguirles, pero no siempre es fácil. Estamos lejos de todo, ni siquiera tenemos un kiosquito cerca. Sería bueno que se tenga más en cuenta a la escuela”, pide Gisela con el deseo de mejorar el futuro de los alumnos.
Cocinar con amor
Verónica Marinero empezó en al escuela hace un año al reemplazar a la antigua cocinera
Verónica Marinero es exalumna de la escuela y hace un año se dedica a cocinar para todos los que viven allí. Entre grandes ollas y hornallas calientes cuenta que «Los chicos son agradecidos con la comida, les gusta todo lo que les preparo, pero el plato que siempre me piden es fideos al pesto», narra. «Acá los estimulamos para que colaboren con levantar la mesa por ejemplo, en la cocina no porque no queremos arriesgarnos a que se corten o se quemen», añade Verónica.
Respecto a las fechas especiales como cumpleaños la cocinera explica que «Esos días hacemos unos pasteles, un asado o unas empanadas para celebrar».
A pesar de los desafíos del aislamiento y las carencias Juan, Gisela y Verónica demuestran que el afecto, la dedicación y el compromiso son el verdadero motor de la educación en la Escuela Albergue Paso de los Andes N°121, de Malimán. El mensaje es claro: «Los chicos están protegidos, cuidados y acompañados, y cada esfuerzo diario es para que puedan crecer seguros, contenidos y con oportunidades para el futuro».