Somos geología: Los minerales de la tierra que le dan vida a tu cuerpo
Cuando escuchamos la palabra minerales, muchos piensan en montañas, vetas de cuarzo o en la riqueza minera de regiones como San Juan o Atacama. Sin embargo, lo que pocos recuerdan es que esos mismos elementos que conforman las rocas de la corteza terrestre son los que también mantienen vivo a nuestro organismo. Lejos de ser una metáfora, esta conexión es literal y define nuestra salud diaria. De hecho, lo sorprendente es que el hierro de nuestra sangre, el calcio de nuestros huesos o el magnesio que relaja los músculos provienen, en última instancia, de la Tierra. Los minerales no solo son la base de la minería y de la tecnología moderna: también son el motor silencioso de la vida.
La belleza geológica de la Tierra es la fuente original de los minerales que nos nutren.
Un puente invisible entre la geología y la salud
Los científicos los llaman micronutrientes esenciales. Aunque los necesitamos en pequeñas cantidades, cumplen funciones que ninguna otra sustancia puede reemplazar.
Calcio: Pilar de los huesos y dientes, también clave para la coagulación de la sangre. Se encuentra en lácteos, sardinas, almendras y vegetales verdes.
Hierro: Transportador de oxígeno en la sangre a través de la hemoglobina. Abunda en carnes rojas, lentejas y espinacas.
Magnesio: Regulador del sistema nervioso y muscular, ayuda a producir energía y mejora el descanso. Lo aportan los frutos secos, la avena y el cacao puro.
Potasio: Esencial para la presión arterial y el equilibrio de líquidos. Está en bananas, aguacates y papas.
Zinc: Reforzador del sistema inmunológico y la cicatrización. Lo hallamos en mariscos, carnes y semillas de calabaza.
Fósforo: Forma parte los huesos y del ADN. Está presente en carnes, pescados, huevos y frutos secos.
Yodo: Regulador del metabolismo a través de las hormonas tiroideas. Aparece en sal yodada, pescados y algas.
Sodio: Mantiene el equilibrio de líquidos y la transmisión nerviosa, aunque en exceso resulta dañino.
Alimentos ricos en minerales como el hierro y el calcio son un puente directo entre la naturaleza y nuestra salud.
De la tierra a tu plato: la conexión con la geología
La conexión directa: el hierro de rocas como la hematita es absorbido por las plantas y llega a nuestra mesa en alimentos como las legumbres.
El vínculo es directo: los minerales de la corteza terrestre son la fuente primaria de los nutrientes que ingerimos:
- El hierro de la hematita o la magnetita termina en las lentejas y en el hígado.
- El calcio del mármol y la calcita llega a nuestra mesa a través de la leche y el brócoli.
- El magnesio de la dolomita lo aprovechamos en nueces y verduras de hoja verde.
- El fósforo de la apatita es el que fortalece nuestros huesos tras comer pescado o huevos.
De esta forma, las plantas absorben estos elementos del suelo y los convierten en formas que nuestro cuerpo puede digerir. Así, lo que alguna vez fue roca se transforma en energía vital.
El equilibrio justo
Los minerales fortalecen nuestro cuerpo y nos permiten disfrutar de una vida activa y plena.
Los especialistas en nutrición advierten que tanto la deficiencia como el exceso de minerales son riesgosos.
Falta de hierro → anemia y cansancio crónico.
Falta de calcio → huesos frágiles y osteoporosis.
Exceso de sodio → hipertensión y problemas cardiovasculares.
La clave está en mantener una alimentación variada y equilibrada, basada en frutas, verduras, proteínas de calidad y alimentos poco procesados.
El impacto diario: por qué los minerales son vitales
Desde la energía hasta los huesos, los minerales cumplen funciones vitales en todo el organismo.
Los minerales son invisibles pero determinan cómo nos sentimos a diario:
- Nos dan energía y vitalidad.
- Sostienen la estructura ósea.
- Regulan el ritmo cardíaco y la presión arterial.
- Refuerzan el sistema inmunológico.
En otras palabras, sin minerales no hay vida.