Ser mamá y minera: las mujeres que rompen moldes en la montaña

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En este Día de la Madre, ACERO Y ROCA reúne testimonios que ponen voz a una realidad poco visible: la de las mujeres mineras que deciden continuar su carrera profesional mientras crían a sus hijos. Desde el sindicato, las empresas proveedoras y la montaña, estas mamás comparten cómo desafían prejuicios, horarios extremos y una estructura laboral pensada para varones.

Por Lucas Laciar, Yenhy Navas y Antonela Rodriguez Echenique

Acero y Roca | Magazine Minero - Ser mamá y minera: las mujeres que rompen moldes en la montaña

En el mundo minero, el esfuerzo físico y la resistencia mental suelen ser atributos asociados al hombre. Pero hace tiempo que las mujeres pisan fuerte también en los yacimientos. En San Juan, hoy representan entre el 14% y el 16% del total de trabajadores del sector, un porcentaje en crecimiento, pero todavía muy lejos de la igualdad real.
El ingreso ya no es la principal barrera: la permanencia sí lo es.

Carla Costabile: «Queremos inclusión real, no solo para la foto»

Carla Costabile es secretaria adjunta de ASIJEMIN, el sindicato que agrupa al personal jerárquico minero y es una mamá minera.
“Cuidar un hijo es la principal barrera por la cual las mujeres dejan de trabajar en minería. No tanto en el ingreso, sino cuando son madres. Es muy difícil que después sigan subiendo a mina. Desde el sindicato estamos trabajando para que eso sea más accesible, para que la mujer no tenga que elegir entre su carrera laboral y ser mamá”.

Doble estándar: cuando ser papá es un mérito y ser mamá, una duda

 Carla Costabile, secretaria adjunta del sindicato minero ASIJEMIN, en su oficina.

Carla Costabile, secretaria adjunta de ASIJEMIN, trabaja para mejorar las condiciones de las madres en la minería.

La desigualdad también se mide en percepciones. Costabile lo define sin vueltas:
“Cuando un varón es papá, usualmente se lo asciende, se lo promueve. Se lo considera mejor para el trabajo. En cambio, ser mamá se percibe como un obstáculo. Es algo que todavía está en el inconsciente colectivo de las empresas”.

Esa brecha cultural se traduce en decisiones de contratación, en posibilidades de ascenso y en salarios. La brecha salarial promedio ronda el 30%. No necesariamente por el mismo puesto, sino porque los hombres ocupan cargos de mayor jerarquía, los mejor remunerados. Todavía cuesta romper el techo de cristal”, subraya.

La realidad detrás de los roster: turnos que también pesan en casa

Los roster mineros —sistemas de rotación que implican trabajar varios días en altura y otros tantos de descanso— son una de las particularidades más complejas del sector.
Para las mujeres con hijos pequeños, esos esquemas pueden convertirse en una trampa.

“Una vez que una mujer se embaraza, no puede seguir subiendo por cuestiones médicas. Normalmente las reubican abajo. Pero después, si no tiene un sistema de cuidado sólido, no puede volver a subir. Hay madres, hermanas, familias que se hacen cargo de los chicos los 14 o 7 días que ellas están en mina. Si no existe esa red, la carrera se corta ahí”, detalla Costabile.

Licencias que no alcanzan y convenios que buscan modernizarse

Precisamente por esto, desde ASIJEMIN impulsan una actualización de los convenios colectivos para adaptarlos a las realidades actuales.
Hoy, la licencia por maternidad es de apenas tres meses y la de paternidad, de tres días. “Tres días, de los cuales dos se van en el traslado de subir o bajar de mina”, explica Costabile.

Algunas empresas, como Barrick, ya avanzaron por cuenta propia: “En Veladero, por ejemplo, una mamá no sube a mina durante un año después del nacimiento y puede trabajar desde las oficinas. Pero eso depende de la voluntad empresarial. Queremos que se transforme en una política general, no en una excepción.”

La sindicalista insiste en que el cambio debe ser integral. Queremos que la inclusión de la mujer sea real, no solo una foto para la estadística. La verdadera igualdad se logra cuando las madres pueden permanecer en sus puestos sin renunciar a su vida familiar”.

Daiana: “Soy mamá y soy ingeniera de minas”

 La ingeniera Daiana López Bobadilla sonríe y abraza a su pequeña hija.

Daiana López Bobadilla, ingeniera de Minas en Veladero, junto a su hija de seis años.

En la otra cara de la historia está Daiana López Bobadilla, ingeniera de Minas, con 12 años de experiencia y seis trabajando en Veladero.
Tiene 36 años, una hija de seis y una convicción que se forjó entre la montaña, los controles de proceso y las ausencias inevitables.

“Entré a Veladero cuando mi hija tenía seis meses. Toda la primera etapa de la maternidad la viví acá. Fue muy difícil, más que nada por ser primeriza. Pero tomé la decisión de no dejar mi carrera. No quería que la maternidad significa el fin de mi desarrollo profesional”.

 Trabaja en la Central Integral de Operaciones (IOC), donde se monitorean las áreas de despacho, mantenimiento y control de procesos. Cumple un régimen de 8×6 (una semana arriba y una abajo), que aprendió a convertir en equilibrio.
Cuando estoy arriba me concentro en mi trabajo. Cuando estoy abajo, mi tiempo es 100% para mi hija. Trato de que mi tiempo con ella sea de calidad. El regimen me funciona y me demuestra que la maternidad no es incompatible con la minería, solo necesita condiciones adecuadas”.

 El precio emocional: la culpa y la mirada ajena

Daiana habla con honestidad de la carga invisible que acompaña a muchas madres trabajadoras. Los primeros años fueron durísimos. Tenía mucha culpa. Pensaba que cualquier cosa que le pasaba a mi hija era por mi ausencia. Hasta que entendí que si yo no estoy bien, ella tampoco lo va a estar. No es egoísmo, es salud emocional.”

En la pandemia, la empresa le permitió trabajar desde las oficinas de Villagra, en el llano. Fue un alivio temporal, pero también un punto de reflexión. “Ahí confirmé que quería seguir subiendo. Mi hija me ve feliz trabajando y eso le enseña algo importante: que las mujeres podemos elegir.” Afortunadamente Diana cuenta con una red de apoyo y asistencia permanente Sin mi mamá y mi papá no podría hacerlo. Ellos cuidan a mi hija cuando subo», relata.

Su testimonio refleja un cambio generacional. “Cuando yo estudiaba Ingeniería de Minas, me decían que mi carrera iba a ser corta, que iba a terminar dando clases o en un escritorio. Pero no fue así. Hoy hay muchas mamás ingenieras que trabajamos en operaciones. El cambio está pasando, aunque todavía cueste.”

Daiana López Bobadilla junto a su equipo de trabajo en un campamento minero.

Daiana junto a su equipo en la Central Integral de Operaciones de la mina Veladero.

El motor del cambio: independencia económica y superación

Actualmente, las mujeres se involucran en el sector minero para crecer profesionalmente y/o para alcanzar independencia económica «Conozco muchas mamás que eran policías, maestras o trabajaban en oficios y se sumaron a la minería porque es una oportunidad real de mejorar su vida y la de sus hijos. Ya no tienen que depender de nadie. Es un cambio enorme en la autonomía de las mujeres”, destaca Daiana.

El consejo que deja a las jóvenes que se preparan para ingresar al sector es directo: No tengan miedo. Todo se acomoda. Si es tu convicción seguir tu carrera, vas a poder hacerlo. Pensá también en vos. No solo por tus hijos, también porque vos te lo merecés.”

Daniela Saavedra, orgullo de Hualilán

 Daniela Saavedra, madre minera, posa con su equipo de seguridad en la mina.

Daniela Saavedra es ayudante de geología y la única mamá en su sector de la mina Hualilán.

En la Villa del Lago, una pequeña localidad de Ullum, vive Daniela Saavedra, mamá de cuatro hijos y ayudante de geología en la mina en el muestreo de rocas y en tareas de geotecnia. Hualilán, donde mantiene un roster de 14 por 14.

Vida de mina, vida de madre

Daniela tiene tres varones de 15, 13 y 10 años, y una niña de 5, que creció prácticamente al ritmo de los turnos largos.
 “Nosotros trabajamos con un roster de 14 por 14. Trabajamos 12 horas”, dice.
Cuando está en la mina, es su madre quien se encarga de relevarla. “Ella los cuida, los manda a la escuela, y se encarga de todo hasta que yo vuelvo a casa; si no la tuviera a ella se me dificultaría mucho”, reconoce.

“Soy la única mamá del sector donde trabajo”

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Daniela Saavedra es la única mamá de su equipo.

En el sector de geología donde trabaja, Daniela es la única mamá. “Mujeres hay, pero la única mamá soy yo”, dice con una mezcla de orgullo y sencillez. La convivencia con los geólogos es buena: “Siempre todo con respeto, todo el tiempo. No me puedo quejar de nada de eso”.
Incluso cuenta que el año pasado le tocó pasar el Día de la Madre trabajando, por lo que sus compañeros le regalaron una torta para agasajarla; este año también lo pasará en la mina.

“Por ahí cuestan estas fechas, pero ya me acostumbré: si me toca acá, me toca acá…después se festejará”, relata Daniela.

En cuanto a lo que significa ser una madre minera Daniela expresa: «Está bueno que la mamá quiera trabajar también. Es una experiencia que te ayuda a crecer personal y económicamente. Porque más allá de aprender cosas nuevas, acá se aprende a convivir con otras personas, ya que al ser 14 días, es como si fuera tu otra familia”.

Amanda Astudillo: Entre la altura y el hogar

Amanda Astudillo, madre y trabajadora minera, con el paisaje montañoso de fondo.

Amanda Astudillo trabaja como controladora de pozo en el proyecto Los Azules, en Calingasta.

Por otro lado, cada mañana en Calingasta, antes de que el sol despunte entre los cerros, Amanda Astudillo, madre soltera de 35 años, se despide en silencio de su hijo de seis años y se sube al vehículo que la llevará hacia Los Azules, donde trabaja desde hace dos años como controladora de pozo.

Antes de la minería, Amanda trabajaba como informante turística en la Secretaría de Turismo y Cultura de Calingasta, pero sabía que no era suficiente para sostener la vida que soñaba para su hijo. En 2023 se dictó un curso intensivo de perforista en Calingasta. Muchas se inscribieron y pocas terminaron, y Amanda quedó seleccionada para insertarse en el equipo.

Su familia la apoyó desde el primer momento, “lo vieron como un gran logro, porque me costó muchísimo llegar. Pero lo más difícil no fue el trabajo. Fue dejar a mi hijo y aprender a estar lejos sin dejar de estar presente”, relata Amanda.

Amanda Astudillo y un colega equipados con ropa de trabajo en la alta montaña.

Amanda junto a un compañero de trabajo en el proyecto minero Los Azules.

Guardias duras y abrazos que duran semanas

Diariamente se comunica con su hijo para ponerse al día de las novedades y darse apoyo y afecto mutuo. “Sea el turno que sea, todos los días son iguales, pero todo cambia cuando escucho su voz; a veces solo unos minutos, pero eso alcanza para seguir. Somos muy unidos. Dejarlo al cuidado de mis padres y hermanas fue lo más duro que viví”, recuerda.

El motor de todo: un hijo que espera

Hubo momentos en los que sintió que no iba a poder. Recuerdo que todo lo que hago es por él. Cuando se me pasa por la cabeza bajar los brazos, pienso en que él siempre me espera llegar a casa. quiero que él aprenda el significado de la responsabilidad y el compromiso. Que un día diga: mi mamá trabajó duro y llegó lejos», cuenta conmovida Amanda.

Lo que falta y lo que sueña

Amanda no reclama grandes cambios, pero sí uno esencial para la maternidad en altura. «A veces cuesta comunicarse con la familia, mejorar eso sería lo mejor que podrían hacer por los que estamos lejos de los hijos”.

Esta madre sueña con crecer dentro de la minería, “siempre se trabaja para llegar más lejos de donde se empezó. Siempre le digo a mi hijo que todo esfuerzo, tarde o temprano, tiene su recompensa”, concluye.

Selva Aciar, madre minera: liderazgo, maternidad y pasión en alta montaña

En el marco del Día de la Madre, Selva Aciar comparte su experiencia como mujer, madre y empresaria proveedora del sector minero, inspirando a otras madres a liderar con propósito y resiliencia en industrias exigentes.

Selva Aciar: liderazgo, maternidad y pasión en alta montaña

 Selva Aciar, empresaria del sector minero

Selva Aciar, Gerente General de Misaé, proveedora de servicios de catering para la minería.

Ser madre y dirigir una empresa vinculada a la minería es, según Selva, un desafío constante y una fuente de motivación. Desde su maternidad, aprendió a priorizar, delegar y confiar en su equipo, habilidades que se reflejan también en la gestión de Misaé, su empresa de catering para campamentos mineros.

“La maternidad me enseñó a priorizar y a entender que liderar no siempre significa estar en todos los lugares, sino construir equipos confiables que compartan la misma visión”, explica Selva.

Balance entre familia y empresa

Organizar el día entre maternidad y liderazgo empresarial es un ejercicio constante de equilibrio, donde la planificación y la confianza en su equipo le permiten cumplir ambos roles. “Solo una madre empresaria entiende la sensación de estar en dos mundos a la vez, y de hacerlo con el mismo amor y compromiso”, reflexiona.

Selva es madre desde los 23 años, y tiene tres hijos: dos mujeres y un varón. Su enfoque educativo se centra en valores, convicciones y respeto hacia sí mismos y hacia los demás. “Más allá de la empresa, me gustaría que mis hijos aprendan que todo se logra con perseverancia, con valores y con respeto hacia los demás. Que vean que su mamá eligió un camino desafiante, pero que lo hizo con pasión y responsabilidad”, subraya.

La empresaria Selva Aciar con su equipo de trabajo de la empresa Misaé.

Selva Aciar junto a parte de su equipo de colaboradores en Misaé.

Liderazgo femenino en un sector masculino

La minería ha sido históricamente una industria dominada por hombres, y Selva reconoce que al principio fue necesario demostrar doble esfuerzo y solvencia. Sin embargo, con los años aprendió que el liderazgo femenino aporta una mirada integral, empática y orientada a las personas, sin perder el foco en resultados.

“Mi experiencia ha sido de mucho aprendizaje. Ser mujer nunca fue una limitación; al contrario, se transformó en una fortaleza. Logramos consolidar un equipo diverso, donde el respeto y la profesionalidad están por encima de cualquier estereotipo”. manifiesta Selva y añade: “La fuerza nace del propósito, y cuando uno sabe por qué hace lo que hace, no hay obstáculo que te detenga. Cada desafío me fortaleció y me dio la certeza de que se puede liderar con firmeza, coraje y decisión al mismo tiempo”.

Mensaje para otras madres mineras

En el marco del Día de la Madre, Selva envía un mensaje a todas las mujeres que trabajan en minería o sueñan con emprender dentro de ella: “Anímense, transformen y transfórmense desde donde estén. Hay espacio para nosotras y nuestro modo de liderar también transforma la industria. Ser madre y trabajar en minería no son caminos opuestos, sino dos formas de demostrar fortaleza, coraje y decisión con constancia y amor”.

Martha Ahumada: De maestra a minera

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Durante 15 años, Martha fue chofer y perforista.

La docente Martha Ahumada, con 54 años, vivió el gran desafío de ser madre soltera en Huaco, una localidad de Jáchal. Hoy, ya retirada del trabajo minero, recuerda con emoción los 15 años en los que trabajó en la mina Gualcamayo, que le dio la oportunidad de desarrollarse. Inicialmente, se desempeñó como chofer de camión fuera de ruta y luego como perforista. Este trabajo me dio grandes satisfacciones a nivel laboral y personal”, relató.

La decisión de dejar la docencia para dedicarse a la minería fue impulsada por el deseo de brindarle un mejor futuro a su hija. «En ese momento tenía una hija adolescente, pero pude tomar ese desafío, porque contaba con el apoyo de mis padres y hermanos”, recordó. La diferencia económica fue determinante: Mi sueldo de docente era muy bajo, con lo que ganaba no podía solventar mis gastos ni los de mi hija”.

Compañerismo y liderazgo en la mina

Martha debió adaptarse a turnos rotativos de 12 horas con roster de 7 por 7. Éramos pocas mujeres, dos por grupo. La mayoría eran hombres, pero muy solidarios y compañeros”, explicó. Su desempeño y la confianza de sus colegas la llevaron a ser elegida delegada gremial de AOMA. En retrospectiva, destaca el valor de la capacitación: Allí me capacitaron para enfrentar el desafío de operar un equipo, con la confianza de que puedes lograrlo, porque somos capaces de hacer este trabajo igual que los hombres”.

Martha Ahumada posando frente de un camión fuera de ruta.

Martha Ahumada al frente de un fuera de ruta que operaba.

El doloroso sacrificio de la distancia

La vida en un campamento minero conlleva sacrificios emocionales. Vivir en una mina es sacrificado, porque dejas afectos, te pierdes momentos, pero es por el amor a esos seres, para darles lo que uno no tuvo, confesó Martha.

Las emociones se manifestaban en los viajes: Recuerdo cuando subíamos a la mina, veíamos las caras largas, melancólicos, perdidos en pensamientos… Y ver todo lo contrario cuando bajábamos, caras sonrientes, felices, apurados, con el anhelo y la esperanza del reencuentro tan deseado. Nuestra familia”.

La recompensa de ese esfuerzo se materializó en momentos clave. Puso cumplir un sueño de su hija, que hoy tiene 32 años. La fiesta de los 15 años de mi hija, pude hacérsela gracias a haber entrado a Gualcamayo. Mi hija soñaba con la fiesta, y poder hacersela realidad fue una gran satisfacción, cerró emocionada.

Agostina Manrique: la nueva generación y el sueño de la pala cargadora

Agostina Manrique manejando un fuera de ruta en Veladero

Agostina Manrique, operadora de Veladero, quiere seguir los pasos de otras mujeres mientras es madre de Indira.

Agostina Manrique, una joven de 28 años oriunda de Rodeo, Iglesia, representa a la nueva camada de mujeres en la minería. Es madre de Indira, de tan solo dos años, y actualmente se desempeña como operadora de camiones fuera de ruta en la mina Veladero.

Agostina es madre soltera, aunque con crianza compartida. Su motivación es clara: “Mi mayor desafío es crecer laboral y personalmente. Brindarnos una mejor calidad de vida a mi hija y a mí, aunque eso implique irme 14 días, aseguró.

En Veladero, Agostina trabaja con sistema 14 por 14, con turnos rotativos, alternando siete días de noche y siete de día en 12 horas de trabajo El día incluye el chequeo y limpieza del camión. Voy al gimnasio o juego a la pelota, hablo con mi hija y luego a dormir para iniciar un nuevo día”, detalla.

 La tecnología como puente para acortar la distancia

El ciclo de 14 días fuera de casa es agotador emocionalmente. Hay días difíciles, donde se extraña más de lo normal, donde nos replanteamos todo. Cuesta muchísimo irse y dejar un hijo o la familia, perderse fechas importantes, admitió. La espera por el regreso se vive con gran ansiedad: Luego, viene el último día y la ansiedad nos mata. El reencuentro con nuestras familias, querer hacer un sinfín de cosas donde 14 días nos quedan cortos”.

Afortunadamente la tecnología es una aliada: Hoy gracias a Dios nos podemos comunicar y por lo menos, a través de una pantalla, estar más cerca. Agostina cuenta, como las otras protagonistas de estas historias, con una red de apoyo familiar: Como mamá los miedos te invaden, pero me voy con una tranquilidad de saber que está bien cuidada. Tengo el apoyo de toda mi familia y amigos”.

Su sueño: conducir un camión cargador

Conducir camiones fuera de ruta es un desafío constante, pero Agostina tiene un anhelo de crecimiento: Amo mi trabajo, lo disfruto y mi objetivo es seguir creciendo”. Su meta es operar un equipo más grande, como un camión cargador o una pala. Veo mujeres manejando cargadoras o palas y la verdad que son admirables, apuntó.

La joven operadora celebra el creciente ingreso femenino a la actividad: Cada vez somos más mujeres en la empresa. Es hermoso ver cómo nos dan oportunidades, ver cómo mujeres se atreven a esto tan hermoso que es la minería y nos abre tantísimas puertas. Depende de nosotras el querer superarnos e ir por mucho más”.

En este Día de la Madre, la minería argentina celebra a esas mujeres que, entre montañas y metales, siguen construyendo un futuro más justo donde ser mamá no es un obstáculo, sino una fuerza que impulsa a dar y darse lo mejor de sí mismas.

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