Logística alimentaria extrema: Cómo evitar el quiebre de la cadena de frío en la cordillera

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Por Yheny Navas

Por Yheny Navas

 Alimentar a una dotación minera en la cordillera no es solo un reto culinario, es una batalla de ingeniería logística. Alejandro Moreno, experto en administración de minas y contratos, analiza para ACERO Y ROCA cómo la falta de oxígeno y el aislamiento geográfico ponen en jaque a la inocuidad alimentaria por encima de los 3.500 msnm.

Camión refrigerado circulando por ruta de alta montaña hacia un proyecto minero.

La Logística Alimentaria Minería enfrenta desafíos únicos: la falta de oxígeno afecta la potencia de los motores de frío. Imagen ilustrativa de ACERO Y ROCA

 Física de la altura: Por qué los motores de frío fallan a más de 3.500 msnm

El primer enemigo de la conservación de alimentos en los Andes no es el clima externo, sino la presión atmosférica. La operación logística a gran altitud altera la física de los motores diseñados para el nivel del mar.

Moreno explica que, al superar la cota de los 3.500 msnm, los equipos sufren consecuencias inmediatas: «Se pueden ver afectados los motores de las unidades de refrigeración y/o congelación (trailers, contenedores con reefer). Sufren pérdida de potencia, sobrecalentamiento y, en casos extremos, paradas por protección térmica«.

Alejandro Moreno, superintendente, administrador de minas

Alejandro Moreno, superintendente, administrador de minas

Soluciones técnicas: Turbocompresores y adaptación

Frente a este escenario, la industria exige respuestas mecánicas preventivas. No basta con un camión estándar. Según detalla el especialista, los proveedores de mantenimiento implementan ahora adaptaciones críticas: «Le pueden adaptar motores con turbocompresor y realizar la adaptación del sistema de refrigeración del motor para mitigar el sobrecalentamiento«. Gracias a estas modificaciones, los operadores evitan que el equipo colapse en pleno ascenso, salvando la carga de un deterioro irreversible.

La «zona roja»: Los peligros del quiebre térmico en la descarga del campamento

Más allá de la ruta, el mayor riesgo de quiebre térmico ocurre paradójicamente en la puerta del proyecto. Moreno identifica los puntos de transferencia como la zona roja de la operación.

«El quiebre en la cadena de frío se puede dar en la descarga en el almacén (de tránsito o final)», señala. A menudo, factores de infraestructura subestimados agravan el problema: «La manipulación manual de pallets, o que el personal de recepción no tenga la infraestructura adecuada» son causas frecuentes de desviaciones.

Operarios descargando pallets de alimentos en un almacén de campamento minero.

El quiebre de la cadena de frío ocurre frecuentemente en la «última milla» por demoras burocráticas o falta de infraestructura. Imagen ilustrativa de ACERO Y ROCA

Asimismo, la burocracia interna juega en contra. «La tramitología, demoras en el conteo de la mercadería, esperas muy largas en garitas o tiempo excesivo en balanza» exponen los alimentos a temperaturas peligrosas justo antes de su almacenamiento final.

Gestión de crisis: Qué hacer cuando la carga falla en medio de la montaña

En la logística urbana, si un producto falla, se devuelve. En la alta montaña, esa lógica desaparece. «El protocolo de rechazo al proveedor es prácticamente inviable«, sentencia Moreno. Por lo tanto, la realidad operativa exige una gestión de crisis in situ para evitar pasivos ambientales.

El proceso de disposición final

Cuando se detecta una carga dañada, el equipo activa un protocolo de emergencia:

  1. Segregación: «La carga rechazada debe ser separada inmediatamente en un área fuera del Almacén o en un reefer de contingencia».
  2. Documentación: Se generan actas firmadas por Calidad, Logística y el transportista con evidencia fotográfica.
  3. Destino: Tras la evaluación técnica, se define si la mercadería va a «compostaje y/o rellenos sanitarios autorizados« dentro o fuera del campamento.

Presupuesto de mermas: El costo real de operar en aislamiento extremo

Aunque la meta corporativa es siempre la «merma cero», los contratos de primer nivel asumen la crudeza del entorno geográfico. Moreno revela un dato financiero clave: las grandes mineras manejan un margen presupuestado para contingencias (accidentes, robos o fallas de frío).

Específicamente, este margen «puede oscilar entre el 0.5% y el 1.5% del valor total de la carga perecedera«. Esta cifra no representa ineficiencia, sino el costo real de operar en aislamiento extremo.

Personal documentando mercadería rechazada para su disposición final en mina.

Gestionar los residuos orgánicos in situ es fundamental para evitar pasivos ambientales cuando una carga se deteriora. Imagen ilustrativa de ACERO Y ROCA

IoT y Energía Solar: La tecnología que blinda la inocuidad alimentaria

¿Cómo validan las mineras que la carne o los lácteos llegaron bien? A pesar del avance digital, el método tradicional prevalece. «La toma de temperatura al arribo sigue siendo el estándar legal y contractual para la aceptación de la carga«, afirma Moreno.

No obstante, la innovación gana terreno. La industria adopta gradualmente el Internet de las Cosas (IoT) para optimizar «el consumo de combustible y la gestión de activos del transportista», permitiendo una visión preventiva antes que reactiva.

Energía renovable en cámaras de frío

Paralelamente, la sostenibilidad energética en campamentos impulsa nuevas infraestructuras. Moreno destaca el uso de «paneles solares para una mejor gestión del recurso« y la implementación de «baterías de alto rendimiento (Li-ion)». Estas últimas garantizan que las cámaras de frío sigan operativas durante fallas de los generadores principales, blindando la inocuidad ante cortes de energía.

Factor Humano: El eslabón crítico en la seguridad alimentaria de faena

Finalmente, la tecnología más avanzada falla si el operador comete errores. En el duro entorno de los campamentos, la rotación de personal representa un desafío constante. «El factor humano es el eslabón más débil«, asegura el experto, citando «los difíciles regímenes laborales y el frío» como causas de la alta rotación.

Cocineros con uniforme y elementos de protección cumpliendo protocolos de inocuidad.

La capacitación constante es la única barrera real contra las enfermedades transmitidas por alimentos (ETAS) en altura. Imagen ilustrativa de ACERO Y ROCA

En consecuencia, surgen riesgos críticos en las cocinas, como «utilizar las mismas tablas para alimentos crudos y cocidos» o errores en el enfriamiento de grandes volúmenes. Para mitigar esto, la estrategia es clara: «Capacitaciones constantes, auditorías inopinadas y ejercicios de trazabilidad«. Solo así se minimiza el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos (ETAS) en la alta montaña.

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