La nueva ofensiva minera de Trump: ¿progreso o catástrofe ambiental?
Minería submarina: Trump busca minerales hasta en el fondo del mar
Por Mark Collins
Trump ha emitido una orden ejecutiva para permitir el almacenamiento de minerales extraídos del lecho marino, acelerando los procesos de autorización nacional
Trump no se detiene en su lucha por conseguir minerales estratégicos estén donde estén, y para ello firmó una orden ejecutiva para acelerar la minería submarina en aguas estadounidenses e internacionales. Esta medida busca reducir la dependencia de minerales claves como cobalto, níquel y manganeso, esenciales para tecnologías como baterías y vehículos eléctricos.
Sin embargo, la decisión ha generado preocupación global por sus posibles consecuencias ambientales y legales.
Ignorando acuerdos internacionales
Estados Unidos no ha ratificado la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar
Estados Unidos no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, lo que lo excluye de las negociaciones de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA).
A pesar de ello, la orden ejecutiva de Trump instruye a las agencias federales a agilizar los permisos de minería en áreas más allá de la jurisdicción nacional, basándose en la Ley de Recursos Minerales Duros del Lecho Marino de 1980.
Esta acción podría violar el derecho internacional y establecer un precedente peligroso.
Riesgos ambientales significativos
La minería en aguas profundas implica la extracción de nódulos polimetálicos del lecho marino, lo que puede causar daños irreversibles a los ecosistemas. Se estima que en la zona Clarion-Clipperton del Pacífico, rica en estos recursos, existen entre 6,000 y 8,000 especies desconocidas.
La perturbación de estos hábitats podría afectar la biodiversidad y la capacidad del océano para absorber carbono, exacerbando el cambio climático.
Oposición internacional y científica
Más de 30 países, incluidos Canadá, Francia y Nueva Zelanda, han solicitado una moratoria sobre la minería submarina hasta que se establezcan regulaciones internacionales sólidas.
Greenpeace se opone a la extracción minera submarina
Organizaciones como Greenpeace y Ocean Conservancy advierten que la actividad minera podría impactar negativamente en la columna de agua y en las comunidades costeras que dependen de la pesca.
Intereses corporativos en juego
La minería submarina aún en fases experimentales, pero ya sabemos que implica remover o destruir hábitats enteros, afectando de forma irreversible a especies y equilibrios naturales que apenas empezamos a comprender. La promesa de crecimiento económico se enfrenta así a una realidad mucho más sombría: la posibilidad de dañar para siempre uno de los pulmones azules del planeta.
Empresas como The Metals Company e Impossible Metals han mostrado interés en obtener permisos para explotar recursos minerales en el fondo marino. Estas compañías argumentan que la minería submarina es menos dañina que la terrestre, pero críticos señalan la falta de investigaciones independientes sobre sus impactos ambientales.
Empresas como The Metals Company ya buscan autorización para explotar comercialmente los fondos marinos.
¿Vale la pena el riesgo?
La iniciativa de Trump para promover la minería submarina plantea un dilema entre el desarrollo tecnológico y la conservación ambiental. Mientras se busca asegurar el suministro de minerales críticos, es esencial considerar los posibles daños irreversibles a los océanos, que son vitales para la vida en la Tierra.
La comunidad internacional enfrenta el desafío de equilibrar estos intereses y proteger los ecosistemas marinos para las generaciones futuras.