BARRICK Y LAS COMUNIDADES DE COTUí EN SANTO DOMINGO LLEGAN A UN ACUERDO

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Tras más de tres años de conflicto, reuniones tensas, promesas postergadas y una creciente desconfianza entre las partes, las comunidades afectadas por la expansión de la mina Pueblo Viejo y la empresa Barrick han firmado finalmente un acuerdo que promete restablecer la paz social en el corazón minero de República Dominicana.

William Cortez

El pacto fue suscrito por 23 líderes comunitarios tras seis meses de trabajo.

El pacto fue suscrito por 23 líderes comunitarios tras seis meses de trabajo

Luego de varias reuniones y sesiones de trabajo, comunitarios de Cotuí y Barrick Pueblo Viejo firmaron un acuerdo definitivo para resolver los temas pendientes relacionados con el reasentamiento vinculado a la expansión de la mina Pueblo Viejo, ubicada en la provincia Sánchez Ramírez.

El consenso se logró con la intermediación del Gobierno dominicano, representado por el ministro de Energía y Minas, Joel Santos; la Iglesia Católica, a través del obispo de La Vega, monseñor Tomás Morel Diplán, en representación de las comunidades, así como el Defensor del Pueblo, Pablo Ulloa.

El convenio, fue recibido con cauteloso optimismo por los líderes comunitarios de la zona norte de Cotuí. Para quienes han vivido los efectos de la minería desde hace décadas, este acuerdo representa más que una compensación económica: es el reconocimiento de una lucha por dignidad, territorio y justicia ambiental.

Una historia de tensiones acumuladas

El conflicto no surgió de la nada. Pueblo Viejo es uno de los yacimientos auríferos más grandes del hemisferio occidental, y su historia viene marcada por luces y sombras. Desde su reapertura en 2012 bajo la operación de Barrick Gold (en sociedad con Newmont), la mina ha generado empleo y divisas, pero también denuncias persistentes de contaminación, afectación a fuentes de agua, pérdida de tierras cultivables y enfermedades respiratorias entre los pobladores.

Las manifestaciones durante estos ultimos meses ha tenido momentos de mucha tensión llegandose a producir un verdadero quiebre entre la comunidad y Barrick

Las manifestaciones durante estos últimos meses ha tenido momentos de mucha tensión llegándose a producir un verdadero quiebre entre la comunidad y Barrick

La gota que rebalsó el vaso fue el proyecto de expansión de la operación, que implicaba el reasentamiento de varias comunidades rurales para dar paso a una nueva presa de colas.

Desde 2021, los vecinos de La Piñita, Las Tres Bocas, La Cerca, El Naranjo y otras localidades comenzaron a organizarse. Exigían no sólo transparencia en el proceso, sino viviendas dignas, pagos justos por sus tierras y garantías ambientales. En sus palabras: “No nos oponemos al desarrollo, pero tampoco vamos a ser sus víctimas”.

La mesa de diálogo: un intento de reconstruir confianza

Recién en enero de 2025 se logró formalizar una mesa de diálogo, con la mediación de tres figuras clave: monseñor Carlos Tomás Morel Diplán (obispo de la Diócesis de Puerto Plata), el Defensor del Pueblo Pablo Ulloa, y el ministro de Energía y Minas, Joel Santos. El proceso fue complejo, con avances lentos y varias amenazas de ruptura.

En el corazón del desacuerdo estaban las condiciones de traslado de las familias, los precios de las tierras y cultivos, y la falta de servicios públicos en las zonas propuestas como destino. Pero con el tiempo, se fueron alcanzando puntos de entendimiento.


“Este no es sólo un acuerdo con una empresa, es un pacto por la vida y por el futuro de nuestras comunidades”, dijo durante la firma Ana Dolores Marte, una de las voceras del movimiento campesino.


El contenido del acuerdo: más que ladrillos y cemento

El convenio establece una inversión superior a los 20 mil millones de pesos dominicanos (más de 350 millones de dólares) para asegurar una relocalización integral de las familias afectadas.

Pero no se trata de casas nuevas: el plan contempla una nueva comunidad con todos los servicios, agua potable, energía eléctrica, salud, educación, destacamento policial, mercados, cementerio, polideportivo, etc. Se trata de una reconstrucción urbana y social completa.

El acuerdo trae consigo un cambio en la manera de hacer y entender la mineria , donde Barrick Pueblo Viejoha comprendido que la comunicación, y la inversión en las comunidades locales conlleva paz social .

El acuerdo trae consigo un cambio en la manera de hacer y entender la minería , donde Barrick Pueblo Viejo ha comprendido que la comunicación, y la inversión en las comunidades locales conlleva paz social 

En cuanto a los productores agrícolas, se definieron nuevas tablas de precios para los cultivos tradicionales (como plátano, yuca, cacao y café), pagos adicionales por tareas de tierra, y programas de inserción laboral y educación financiera.

También se prevén medidas de acompañamiento psicosocial, asesoramiento legal y formación para el desarrollo de planes de vida comunitarios.

Una promesa de vigilancia y cumplimiento

Una de las garantías más valoradas por las comunidades es la creación de un sistema de seguimiento permanente, donde el Estado, la Iglesia y el Defensor del Pueblo tendrán voz activa para verificar el cumplimiento del acuerdo. La idea es evitar que esto se convierta en otro documento olvidado en un escritorio.


“Estamos aquí para garantizar que este acuerdo se cumpla en cada una de sus cláusulas. La minería no puede ser excluyente ni atropellar derechos”, aseguró el defensor Pablo Ulloa.


Por su parte, Juana Barceló, presidenta de Barrick Pueblo Viejo, agradeció el espíritu constructivo del proceso y se comprometió a mantener un canal de diálogo abierto con las comunidades a través de los representantes de la empresa, ya que ella anuncio su despedida de la minera tras mas de 25 años.

Despedida con sabor a paz social

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Juana Barceló se ha despedido hace unos días de la presidencia de Barrick en Pueblo Viejo, y lo ha hecho dejando este acuerdo de paz firmado. Durante los últimos meses fue blanco de todas las críticas y su figura sufrió un gran desgaste institucional por los altercados sufridos con la iglesia dominicana, llegándose a enfrentamientos verdaderamente graves.

En declaraciones realizadas Barceló se despidió de esta manera: «Quiero compartir con ustedes que, a partir de hoy, he dejado de ser Presidenta de Barrick Pueblo Viejo, tras haber dedicado casi la mitad de mi vida profesional a esta empresa y a los desafíos y oportunidades que compartimos durante los últimos 25 años.

Tomé esta decisión a principios de este año y, a solicitud de la empresa, extendí mi permanencia para apoyar la transición de algunas posiciones clave y culminar el acuerdo de reasentamiento de las comunidades, necesario para la construcción de la nueva presa de colas. Ambos objetivos logrados, es tiempo de continuar con mis planes». Comienza una nueva etapa para ella y la compañía a partir de ahora.

¿Un punto final o un nuevo comienzo?

El acuerdo entre Barrick y los habitantes del área norte de Cotuí marca un antes y un después en la historia minera del país. Por primera vez, un conflicto social de esta magnitud se resuelve por la vía del diálogo institucional y la mediación multipartita.

Sin embargo, el verdadero desafío comienza ahora: construir lo pactado, sanar las heridas del pasado y lograr que las palabras se transformen en hechos.

En Cotuí, donde la riqueza del subsuelo convive con la pobreza en superficie, el acuerdo con Barrick no es una solución puntual; es un espejo para toda América Latina sobre cómo debe construirse el futuro de la minería.

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