Alfredo Vitaller deja Vicuña: Legado pendiente y una “mina de conflictos” para el nuevo equipo
En el mundo de la minería, las transiciones de liderazgo suelen leerse como simples movimientos de tablero. Sin embargo, la partida de Alfredo Omar Vitaller del proyecto Vicuña, uno de los desarrollos estrella del Grupo Lundin en la cordillera sanjuanina, no es una noticia más. Se trata de una salida que llega en un momento extremadamente delicado: proveedores locales disconformes, comunidades en alerta, y un socio nuevo, BHP, que hereda un clima de desconfianza y tensión.
Por Redacción de Acero y Roca
Durante su mandato como vicepresidente de Asuntos Corporativos de Vicuña, Vitaller defendió su posición
Vitaller, con más de dos décadas vinculado a proyectos de exploración y desarrollo de gran escala, como Josemaría y Filo del Sol, abandona el barco, dejando sin resolver el conflicto más sensible en un proyecto minero con su comunidad: la fractura con el entramado empresarial sanjuanino que reclama participación real en la cadena de valor.
El largo camino desde Josemaría a Vicuña
El nombre de Alfredo Omar Vitaller no es ajeno a la historia minera de San Juan. Inició su vínculo con la provincia desde la etapa de descubrimiento de Josemaría, cuando el proyecto apenas figuraba como una promesa en los mapas geológicos.
Participó en las primeras campañas de exploración, en los estudios ambientales y técnicos y fue testigo y protagonista de los momentos de mayor expansión del Grupo Lundin en la región.
Con el tiempo, sumó protagonismo en Filo del Sol, otra pieza clave del rompecabezas cordillerano, hasta consolidarse como figura central en el proyecto Vicuña, que integra varios yacimientos de clase mundial, incluyendo Josemaría y Filo del Sol, con reservas de cobre, oro y plata.
Su ascenso no fue casual: combinaba conocimiento técnico, manejo corporativo y una buena relación con las autoridades provinciales.
Pero lo que para la compañía era una ventaja estratégica, para muchos actores locales terminó siendo el inicio de un modelo de gestión que priorizó la mirada corporativa por encima de la construcción de consensos sociales duraderos.
Un liderazgo sin arraigo local
Durante su mandato como vicepresidente de Asuntos Corporativos de Vicuña, Vitaller defendió su posición con argumentos como que “lo que no encontremos en San Juan… vamos a tener que salir a buscar en Argentina, y lo que no encontremos en Argentina, afuera”. Pero la práctica contradecía sus palabras: obras claves fueron adjudicadas a empresas foráneas o UTEs donde las empresas sanjuaninas tenían una participación menor.
Ruptura con las cámaras y proveedores
Obras claves fueron adjudicadas a empresas foráneas o UTE donde la empresa sanjuanina tenía una participación aparentemente menor
Las cámaras sanjuaninas como CAPRIMSA, CASEMI, CAPSEMIJA y los gremios sindicales como ASIJEMIN, entre otros, criticaron abiertamente su desdén por lo local.
Reclamaron “previsibilidad, diálogo y mayor integración” y denunciaron que se estaban adjudicando servicios como ambulancias o equipos de perforación, a compañías de Buenos Aires, San Luis, Catamarca e incluso Chile.
En reuniones con directivos de Vicuña, de las que Vitaller no participó, los representantes exigían a la empresa, reglas claras para poder competir; pedían transparencia en las licitaciones y participación genuina, algo que no debería haber sido un reclamo, sino un hecho.
Silencio y desencuentros
La situación se agravó cuando, en julio de 2025, Vicuña otorgó nuevamente una licitación estratégica, el servicio de rescate en el Corredor Norte, denuncia que ACERO Y ROCA realizó, a una empresa de Buenos Aires.
Nuevamente quedaron afuera proveedores sanjuaninos sin una sola explicación. Empresarios del sector lamentaron que sin un justificativo claro,“si al menos te dijeran que tu precio era alto”, no había forma de mejorar o prepararse para futuras oportunidades.
Críticas a un modelo sin compromiso regional
El vicepresidente de la Cámara de Perforistas, Waldino Acosta, fue claro al señalar que esto no era solo responsabilidad de Vitaller, sino síntoma de un modelo de gestión sin planificación ni liderazgo institucional. “La licencia social no es un sello, es un pacto vivo. Y si se rompe, los proyectos no van a funcionar”.
Marcelo Arancibia, dirigente del Partido GEN, expresó su indignación: para él, este enfoque exhibe una provincia “extractiva, no desarrollada”, donde unos pocos ganan a costa del pueblo. “¿Qué tipo de capitalismo queremos? ¿Uno salvaje, donde se maximiza la renta y se desprecia el tejido productivo, o uno serio, que permita que la mayoría se desarrolle?”
Licencia social: un requisito, no una cortesía
En San Juan, el concepto de “licencia social” no es un slogan; está incorporado como eje central en las Declaraciones de Impacto Ambiental (DÍA) que habilitan a cada proyecto. Estas establecen que la relación con las comunidades, el respeto por sus demandas y la integración de proveedores locales no son opcionales, sino parte del marco que garantiza la continuidad de la actividad minera.
En ese sentido, la gestión de Vitaller en Vicuña dejó grietas evidentes. La Federación Argentina de Proveedores Mineros (Fapromin), distintos sindicatos mineros y diferentes cámaras nacionales y provinciales, denunciaron que la empresa estaba desplazando a proveedores locales en favor de contratistas extranjeros, incluso para tareas que podían realizarse en el país con la misma calidad técnica y costos competitivos.
Paralelamente los colegios profesionales también afectados por las decisiones de Vicuña, se unieron a este reclamo y ante esta situación el gobierno de San Juan, encabezado por el ministro de minería Juan Pablo Perea y Gustavo Fernández de Producción, tuvo que salir a intentar contener la situación, ya que esto no sólo afectó la economía sanjuanina, sino que erosionó uno de los activos más delicados de cualquier operación minera: la confianza.
Sin ella, la licencia social se debilita y los proyectos quedan expuestos a paros, bloqueos y conflictos judiciales.
Mano de obra externa = licencia social bajo amenaza
A ese conflicto se sumó otro elemento explosivo: el informe técnico del proyecto Vicuña mencionó la contratación de personal y empresas chilenas, alegando que su experiencia en minería cuprífera era necesaria. Esa apertura generó una reacción masiva en San Juan, donde se advirtió que “cuando vengan con los empleados, van a ser afectados todos”.
Desde las cámaras se reclamó mayor transparencia, argumentando que una incorporación prioritaria de mano de obra local no es solo justicia social, sino clave para mantener el “licenciamiento social” del emprendimiento.
Vitaller hoy se despide. No hubo rueda de prensa como acostumbraba a hacer cuando realizaba algún anuncios. En su despedida no acusó errores, no asumió fallas.
LinkedIn para decir adiós
En su cuenta de LinkedIn, Vitaller eligió un tono emotivo para cerrar este ciclo:
“Después de más de 20 años, cierro una etapa muy especial en Josemaría y Filo del Sol, hoy Vicuña. Estuve aquí desde el descubrimiento, y tuve el privilegio de ver y ser parte de cada paso que nos trajo hasta este momento: las primeras campañas de exploración, estudios, desafíos técnicos y ambientales, y, sobre todo, la construcción de un gran equipo y una cultura desde las bases, que me enorgullece.
No hay proyecto sin personas, y no hay logro que no se construya en equipo. Agradezco a cada uno con quien compartí este camino: colegas, compañeros/as, comunidades, autoridades, periodistas y organizaciones que creyeron en lo que estábamos haciendo.”
El mensaje deja claro que para él, el saldo es positivo. Para muchos actores en San Juan, en cambio, el balance está lejos de ser tan benévolo.
El salto a NGEx Minerals: ¿Más de lo mismo?
Vitaller no se retira de la minería. Su próximo destino ya tiene nombre y apellido: NGEx Minerals, compañía del mismo Grupo Lundin, donde asumirá un rol en el proyecto Lunahuasi, también ubicado en la cordillera y con características geológicas de gran proyección.
La pregunta es inevitable: ¿Trasladará en esta nueva etapa los mismos métodos y formas de actuar que aplicó en Vicuña? El antecedente inmediato no invita al optimismo entre quienes defienden el desarrollo minero con fuerte anclaje local.
Si en Lunahuasi, hasta ahora un proyecto brillante y cuidado por sus responsables, se repite el modelo de priorizar contratistas extranjeros, minimizar el diálogo con proveedores locales y relegar la construcción de consensos comunitarios, el riesgo de reproducir los mismos conflictos será alto.
Su legado
La gestión de Alfredo Vitaller en Vicuña quedará como un capítulo con luces y sombras. Por un lado, su capacidad para impulsar técnicamente proyectos complejos y atraer inversiones es indiscutible. Por otro, su aparente falta de voluntad para resolver las tensiones con actores locales y fortalecer la licencia social deja un precedente incómodo para la industria.
BHP tendrá ahora que invertir no solo en exploración y desarrollo, sino en reconstruir relaciones y restaurar la confianza perdida.
NGEx, por su parte, deberá decidir si su nuevo referente aplicará una estrategia diferente o repetirá un guión que, en San Juan, ha dejado heridas abiertas.
En minería, como en política, las formas importan tanto como los resultados. Vitaller se va con un currículum imponente, pero también con un recordatorio para toda la industria: sin licencia social, y sin humildad no hay proyecto que resista.